lunes, 26 de marzo de 2012

DESDE LO MÁS ALTO



Desde aquí arriba es de donde se ven mejor esas primeras luces que van resaltando el inmenso decorado de minas que siempre permanece como telón de fondo, como imagen que quiere volver a ser animada  y tener la relevancia de otros tiempos.
Parece que todo llegue antes aquí arriba, que todo se magnifique aun más. El viento que en otros lares del pueblo sólo sería una ligera brisa,  es en este lugar un resonar constante que evoca a los sonidos de aquel ferrocarril de antaño,  es un  sonido de continuo golpeo en las hojas de los árboles,  que por esta parte del pueblo, por amoldarse, se hacen más fuertes y robustos que en cualquier otro sitio.
El silencio, cuando hay silencio, se implanta con mayor rigor, haciendo que se oiga a la perfección todo lo que acontece en otras partes del pueblo.
Todo se divisa mejor y tiene una dimensión distinta desde aquí. Desde lo más alto, es como si estuviéramos en el mejor de los palcos, en un lugar de privilegio donde todo se ve, donde nada de lo que acontece en la algarabía del pueblo se escapa a los ojos de los que ven pasar el caer de los días desde este lugar.  Aquellos que desde aquí, en lo más alto, contemplan el resto del pueblo,  se dan cuenta de la imagen tan especial que los lugareños de este emblemático sitio gozan cada día,  una imagen que parece captada con un gran angular que no deja que nada quede  fuera de la vista de quien desde allí se maravilla  viendo la gran mancha blanca de casas, las prominencias de las torres, la amalgama de colores de las minas o sierras en lontananza que  configuran márgenes de lujo.
En este lugar de cumbre eterna que siempre fue emblema y barrio señero y que otrora fue signo de independencia, el tiempo tiene un ritmo especial y distinto, las manillas del reloj marcan más acompasadas las horas, es el punto y a aparte de un pueblo que más abajo late con historias que se ven y entienden de forma distanta desde aquí. En este lugar se alcanza la calma, se oxigenan las almas con el viento  sempiterno que llena y renueva los pulmones.
Todo es distinto desde aquí, desde lo más alto, el sitio en el que puedes ver como las luces y sombras recorren cada rincón del pueblo.

¡AIRADO!

Desde hace ya algún tiempo vengo notando que algo en mí está cambiando, que mis sentimientos, en muchos aspectos, no son iguales que hace algunos años y noto como el paso de la vida me va despejando ciertas dudas sobre mi futuro, dudas que antes ni siquiera eran valoradas en mi mente o en mi interior.
Siento que todo lo que he vivido  y me ha hecho daño en los últimos años me ha hecho más duro, insolente e implacable con ciertos temas que antes prefería no tocar y ahora quisiera cambiar de un plumazo.
La sensación de acabar  con todo y de que mi vida no me gusta es algo que  me palpita cada día en lo más profundo de mi ser y si antes no era capaz ni tan siquiera de sopesar la posibilidad de romper con todo lo que me acongoja, ahora tengo claro que estoy en una delgada línea que traspasaré más pronto que tarde.
Hasta el más tranquilo de los mortales, que perfectamente puedo  ser yo, se dinamita con ciertos avatares que cree injustos, tanto es así, que yo que siempre he rehuido de toda situación de conflictividad, incluso callando en muchos temas en los que tenía toda la razón, ahora arranco al cuarto de vuelta, prendo como la dinamita,  no me silencio ni me guardo nada,  aunque no tenga esa poderosa razón que otras veces me acompañó y no defendí.
¿Me he vuelto hostil o peor persona que antes? Yo creo que no, creo que lo ocurre es que, como reza el dicho,  a base de palos aprende el burro o a base de injusticias llegas a pensar que ahora la justicia la marcas tú, aunque sepas a las claras que lo que estás haciendo no es de recibo.
Quiero romper con todo. Ya no me dan pena las lágrimas de nadie, síntoma que se produce porque a nadie le dolieron mis lágrimas a pesar de que fueron muchas y por motivos muy justificados.
No quiero oír aquello de, ¨Reflexiona, no te vayas a la ligera¨, no quiero oírlo porque millones de veces me callé cuando debí  haber hablado alto y claro, por eso ahora vocifero ante cualquier cosa, tenga o no tenga importancia.
No sé si ahora voy a ser más feliz que antes o me estoy equivocando, pero de momento sé que por lo menos estaré  más en paz conmigo mismo por no comerme y tragarme nada, absolutamente nada.
Como dice la frase de una canción, ¨Siempre he querido cuando estaba enamorado, si ahora no lo estoy, que me perdone el amor¨

POESÍA VISUAL (Segunda edición con versos de Carmen Alcázar)


FOTO 1: Tórrido

RETROVISOR (foto: tórrido)

Ya me marcho
                       y no quiero.
Detén por un instante aquel sulfúreo
celaje del ocaso
huidizo por las calles desiertas del verano.
Deja por un momento que la flama
ígnea cale pronto en mi equipaje
de relleno desnudas las esencias.

Ya me alejo
                   y no puedo:
Indeleble el paisaje tórrido
difuminado en mi retrovisor.

FOTO 2: EN LO INHÓSPITO

ESCARPAS   (FOTO: en lo inhóspito)

Inhóspita la vida resplandece
entre azules agrestes del sulfúreo
desierto con escarpas hacia el foso:
donde incoloros 
                        subyacen 
                                        mis  sueños.

Una vez más he contado con la participación de la mujer que más dará que hablar en literatura en los próximos años, Carmen Alcázar, una mujer que hace que las imágenes cobren vida y sentido a través de sus versos. 

Gracias Carmen. 



¿INDIFERENCIA U ORGULLO? Ficción

Hoy me crucé contigo por la calle y nuestros ojos ni tan siquiera hicieron el mas mínimo esfuerzo de buscarse. ¿Cómo es posible?, ¿Qué hicimos para llegar a esta situación?, ¿Acaso lo vivido no merece, aunque fuese por cortesía, un hola... un adiós?
Desde hace tiempo, somos dos personas que no comulgamos el uno con el otro, absolutamente en nada. Sin embargo en algo si que coincidimos, los dos sentimos la más cruel indiferencia. Sentir indiferencia, cruzarse con alguien y reaccionar de la misma forma que si te cruzas con un desconocido, es el más inequívoco signo de que ya no nos importamos y... ¿sabes?, yo hubiera preferido otra reacción.
Como dice la canción de Dyango, ¨Ódiame por piedad yo te lo pido, ódiame sin medida ni clemencia, hoy yo quiero mas que indiferencia, porque sólo se odia a lo querido¨.
Sí, rotundamente sí, hoy hubiera querido sentir odio hacia ti, o que tu me hubieras reaccionado con desprecio, al menos así, nuestras miradas se habrían cruzado.  También hubiera querido que al cruzarnos, nos hubiésemos simplemente saludado, hubiésemos esbozado  un... ¿Qué tal estás?  
Pero eso es demasiado pedir. Los seres humanos somos tan despreciables  que olvidamos todo lo bueno vivido y tan solo nos quedamos con aquello negativo. ¿Cómo puedo yo ser indiferente ante ti, o tú ante mí, si hace no mucho tiempo nos juramos amor eterno y que nadie nos separaría?  Cuantas noches en vela pasé solo para ver tu cara de ángel mientras dormías, agradeciéndole a Dios  tenerte junto a mi.  ¿Cómo puedes tú casi rozarte conmigo al pasar y no darte ni cuenta?  Tú  decías que no podías imaginar la vida sin sentir una caricia mía, pero ya ves, ahora hasta aprendiste a ignorarme o tratarme como si fuera algo que jamás tuvo que ver contigo.   Tal vez, esa indiferencia que mostramos el uno por el otro no sea tal, puede que sea orgullo, esa otra reacción del ser humano de no rebajarse ante nadie. Si,  a ti, te da un vuelco el corazón cuando me ves pero... piensas que  yo ya no siento nada por ti,  y tú,  no vas a ser menos y entonces aparece ese orgullo que te hace actuar  con gallardía desafiante, mostrando esa indiferencia fingida. Tranquila, probablemente a mi me ocurra exactamente igual.
Hoy después de cruzarme contigo me he dado cuenta de muchas cosas, he llegado a la conclusión de que los seres humanos, por llamarnos de alguna manera, somos muy complicados y nos pasamos la vida preocupados por guardarnos rencores en lugar de asimilar las cosas tal y como vienen y tratar  de llevarlas de la manera mas civilizada y correcta. Hoy creo que no es descabellado ni tampoco una bajeza, que cuando una relación se acaba pueda haber una amistad o una relación llevadera cuando menos, sin desprecios, sin vencedores ni vencidos, sin yo ser mas que tú, ni tú más que yo. Si hemos compartido años juntos y tenemos recuerdos maravillosos,  ¿No podemos  quedarnos con eso en lugar de ir siempre con el cuchillo entre los dientes?
Si como dice aquel, la vida son cuatro días, para que pasarlos con ardores en el corazón. ¿Sabes?, la próxima vez que me cruce contigo, me armare de valor, te saludaré y te diré  que ahí estoy para lo que  haga falta.
Si a cualquier persona de este mundo le ofrecería ayuda, como no a quien durante años fue la única ilusión que tuve para levantarme cada día. Créeme, no será una cuestión de rebajarse, me da igual lo que digan, será una cuestión de dignidad.

viernes, 9 de marzo de 2012

UNA TARDE EN EL HUERTO DE ALMAS


La tarde despunta tiñiendo el cielo de rojo fuego, proporcionando un panorama tórrido y espectacular que hace que  un brillo especial se cuele entre los cipreses del mar de cruces que siempre permanece en calma. Cualquier sonido cobra una significación especial en el lugar donde no hace falta hablar, donde las miradas lo dicen todo, donde se oye algún lamento que siempre se escapa en forma de suspiro.
El inmenso archivo de información labrada en mármol o piedra, deja entrever como la vida no ha sido repartida de igual manera en todos los casos, no todos han tenido el mismo tiempo de realizar su camino vital, no todos llevan el mismo tiempo como inquilinos de este gran albergue de vidas acabadas.
Paseas entre las galerías y puedes darte cuenta de como el tiempo deja fechas que se clavan y producen eternas cicatrices en las almas de los que se quedaron y vieron partir a sus seres queridos.
Unos con una edad que podemos considerar camino andado, otros de una manera prematura y cruel, algunos de manera incomprensible y producto de nefasta casualidad. También están  aquellos que vinieron a la vida  para irse cuando ni siquiera habian empezado a vivirla, muchos que aceleraron su partida por sentirse de sobra en un mundo  que se les quedó demasiado grande para seguir o demasiado pequeño para no ahogarse en el.
Todos y cada uno con una circunstancia distinta, todos ven pasar los días con ese son eterno y rutinario que sólo se ve alterado cuando irrumpe alguna visita, cuando entra alguien para estar con los que en casa ya no están, cuando llega alguien para ser triste compañía de los que aquí ya están para siempre.
Hasta la respiración se hace más difícil en este lugar. Cuando se entra de la cancela para adentro, notas que un frio especial recorre el cuerpo, aunque todos pensamos y sabemos que, más tarde o temprano,  seremos una cruz más.  Pocas cosas hay más claras y ciertas en la vida.
Todos tenemos un lugar guardado en el huerto de las almas, en la desembocadura de las lágrimas más amargas, en la pensión del sueño eterno,  donde siempre hay sitio.


EL TIEMPO PASA, LOS RECUERDOS QUEDAN


Este escrito ya fue publicado en la Revista NERVAE hace algunos años, y si lo pongo ahora en mi blog,  es para que muchas personas que viven fuera de Nerva y que fueron amigos de la persona a quien va dedicado, puedan leerlo y recordar a este gran amigo que se nos fue. 


En una revista como esta que cada año  ve la luz en el preámbulo de las fiestas, es fácil comprobar que se le rinde tributo a mucha gente importante que ha contribuido con el desarrollo de nuestro pueblo a lo largo de sus 125 años de historia.
Tal y como he comentado en otros artículos o narrativas,  la historia de un pueblo no la forjan sólo aquellos que han tenido un papel relevante para nuestra sociedad en temas tan importantes como la política, las artes y demás, ya que también hay personas, nombres que para muchos no son tan conocidos,  que formaron parte de lo más bello que puede tener un pueblo, personas de buen corazón que siempre estuvieron dispuestas a mostrar su nobleza y la transparencia de su alma.

Cuando algunas personas nos dejan se hace un vacío en  nuestros corazones y solo si esa persona ha sido alguien importante se le recordará en fechas señeras. Hay otras personas que con el inexorable paso del tiempo caen, no en el olvido, pero si se alejan de nuestras mentes por aquello de que la vida siempre sigue con su ritmo frenético.
Por eso este año, quiero rebatir a aquel que dijo que el tiempo lo cura todo y todo se olvida, a aquel que dijo que no hay mal que cien años dure y al que dijo que todo pasa, para gritar al viento que nada se olvida, nada de aquello que produce serio dolor, se olvida.

Se puede aprender a vivir con la pena, el tiempo puede mitigar un poco la angustia pero olvidarse, nunca puede olvidarse a quel que nos ha dejado una profunda huella en el corazón, basta sólo con mirarte cada día esa herida para saber que siempre habrá un motivo de sufrimiento al recordar  a quien se fue. Muchos años han pasado ya desde que marchó,  sigo teniéndole tan presente como siempre, sigo recreando en mi mente mil situaciones que me recuerdan a él, porque el recuerdo es siempre una forma de estar a su lado, de juntarnos en la distancia y seguir siempre unidos como antaño.

Aun hoy se me eriza el pelo como aquel 11 de julio, día en que decidió partir para no regresar jamás, día que jamás podré perdonarle a pesar de las muchas alegrías,  pues aun no comprendo el motivo por el que me dejó solo. Él era mecánico, mecánico que no solo arreglaba artilugios con motor, era mecánico de penas reparando siempre la tristeza con esa forma de ser que le hacía tan especial.

Tenía pasión por la radio de su pueblo, su Onda Minera que siempre llevaba sintonizada en su coche para ver si poníamos algún tema de Ana Gabriel. Se dejaba el alma y lo que hubiera que dejarse cuando nosotros le pedíamos ayuda para que fuera nuestra unidad móvil o cualquier otra cosa.  Se llevaba horas y horas trabajando de forma desinteresada poniendo a punto esos tractores o coches que siempre se fastidiaban antes de la cabalgata de Reyes Magos. A este mecánico de corazones sólo habia que pedirle ayuda y te daba cuanto tenía.

Pero la más dura roca, impenetrable, irrompible, no es sin embargo inmune a la erosión que provoca algo tan frágil como el agua, ese agua que martilleando sutilmente durante años puede hasta cambiar su forma.  Así era mi amigo, alguien de apariencia fuerte y de pensamientos firmes y al que las pequeñas gotas de la vida en forma de problemas pudieron minarle el más fuerte y noble de los corazones, el suyo.

Mi vida cambió de forma total desde que él no está.  Es tanto el vació que aún hoy, después de más década siento, que ni tan siquiera esas nuevas personas que llegaron a mi vida pueden darme una felicidad plena. A cada momento, a cada lugar, en cada escena del día a día tengo un recuerdo suyo imborrable que me me hace anclarme en el pasado.

Muchas han sido las tardes que he visto caer el sol en el camposanto mientras compartía con él momentos de silencio y lágrimas que me ahogaban. Nunca he dejado pasar la oportunidad de estar con él  para hablar en silencio, verle sin poder verle,  para abrazarle en la distancia que da la separación de una lápida que se convirtió en la cancelación de muchos sueños. Es en esos momentos cuando más me acuerdo de la falta que me hace.
Mi vida, que como la de muchos es de lo más normal, tiene también altibajos y momentos difíciles, momentos en los que necesitaría de una palabra sabia que me orientara,  ánimos que me ayuden a seguir. Yo me contagiaba de su particular forma de ver y entender la vida, me impregnaba siempre de ese aroma de positivismo que siempre desprendía y que tanto bien me hacia. Con su amistad y a su lado sentía que nada podía afectarme,  pues aunque estuviera precipitándome  por un abismo, siempre sabía que había unos poderosos brazos dispuestos a sujetarme y a prestarme su apoyo.  Era tanta la felicidad que me proporcionaba que quizás eso me hizo vivir en la inopia y no darme cuenta de que era él quien más apoyo necesitaba. Siempre supe de aquellos, sus malos tiempos,  pero siempre percibí que lo tenía superado porque a mi lado trataba siempre de recrear un mundo distinto para que me diera cuenta de que en la vida, aunque no sea del todo verdad, todo se supera con empeño y corazón.

Él no fue capaz de superar ciertos avatares que a casi nadie contaba. Un día, desperté con el mazazo de que había decidido marcharse para siempre y no me dio tiempo ni a decirle adiós. Era un tipo especial, una de esas personas que te hacen la vida fácil porque la palabra ¨NO¨ , no existía en su vocabulario lleno siempre de palabras amables y buenas voluntades.

Han pasado muchos años pero le sigo notando en falta como el primer día que se fue. A mi me aterra la muerte, pero desde aquel fatídico 11 de julio de 1999,  pienso que el dia que llegue mi hora tendré un motivo para partir con alegria, pues ese día podré llegar al infinito y decirle aquello de:  ¨Mingo, un abrazo que ya estoy aquí contigo¨.

DEDICADO A DOMINGO HURTADO PÉREZ.
¡MI AMIGO!





jueves, 8 de marzo de 2012

A LA QUE ME LIMPIA EL ALMA.

Hoy, a muy tempranas horas de la mañana, siendo madrugada aun, me quedé mirando a la mujer que comparte vida conmigo. Ella dormía, estaba liberando sus últimos sueños entre mantas antes de tener que levantarse, como todos los días, y prepararse para una dura jornada laboral que siempre la tiene en guardía a pesar de la miseria que cobra.
Como muchas mujeres, no sale de casa antes de haberse  arreglado un poco aunque solo sea para ponerse el uniforme, ir a trabajar y que la vean sus compañeros y compañeras. Antes de irse ya acomete  el primero de sus trabajos, recoger las cosillas que andaban por medio y que yo me había dejado,  hacer algo de café,  fregar los cuatro tiestos que quedaron de la noche, en fin, ese continuo no parar que es siempre su vida a pesar de que no haya razón para desvivirse por cosas que pueden hacerse luego.
Así  es ella, una trabajadora  nata que, independientemente de que se le reconozca o no su trabajo, siempre cumple como la primera con todo aquello que cada día necesita de su exigencia. Ella es un torbellino que nunca tiene horas para si misma y que jamás ha maldecido el no tener una vida mejor, pues sabe como nadie que cada uno tiene lo que le toca en buena o mala suerte, y a pesar de que su vida, nuestra vida, no sea de las mejores, tampoco podemos quejarnos si nos comparamos con otras personas.
Ella llega de trabajar siempre cansada y un poco harta de una rutina que siempre se le clava, pero da gracias a la divina providencia por tener un trabajo en el que sentirse útil, con el que poder aportar algo a la casa de sus sueños, esa que sin ser la más bonita o la más perfecta, es la que ella va transformando poco a poco con el sudor de su frente y con la ilusión de poner algo nuevo cada día, aunque sea simplemente un pequeño adorno que luzca  bien con los muebles del salón.
Tras estar un rato en el sofá, se levanta como un resorte para ponerse, según ella, a limpiar, aunque lo que limpie esté más limpio que la conciencia de un ángel. Ella se pone a lo suyo y por mucho que se le diga, por mucho que entre  ambos hagamos o hayamos hecho, siempre encuentra algo que necesita de su toque, siempre hay algo que no hice bien y no quedó como a ella le gusta, y yo, simplemente callo, porque en realidad, ni yo ni mi vida seríamos  lo mismo si no  viera  cada día esta mujer trabajadora que,  dentro y fuera de casa,  saca brillo a lo que ya brillaba, porque taréas a parte, que podemos siempre hacer juntos aunque terminemos como el rosario de la aurora, lo que más reluciente tiene siempre es mi corazón. Por eso, todos los días, no solo el 8 de marzo, tengo que dar gracias al destino por haber puesto a semejante terremoto en mi vida, por haberme dado la oportunidad de compartir trabajo y sudores con esta luchadora nata que, aunque no tenga el mismo reconocimiento que puedo tener yo en lo que hago,  vale mucho más que yo.

Gracias  Encarni, por tu trabajo y paciencia. 

Gracias a todas las mujeres que siempre son la fuerza que mueve el mundo aunque el mundo no haga nada por ellas.