sábado, 24 de diciembre de 2011

NIÑOS SON TODOS.



Cada vez que llega el mes de enero, sobre todo ese día mágico de los Reyes, que pone punto final a la navidad, pero que colma de ilusiones a los más pequeños, me gusta permanecer en aquellos lugares como plazas o parques donde se ve a los niños disfrutando de todo aquello que sus majestades, los de oriente, les han traído.
Es un día especial por muchas razones, son muchas las imágenes que se pueden apreciar en ese día en el que los ¨peques¨ son especiales protagonistas en muchos sentidos.
También se pueden ver escenas doloras, como comprobar que los niños no son más que el reflejo de lo que han visto o mamado en sus casas. Por eso me gusta ese día, porque disfruto y también aprendo de lo que no debo hacer cuando tenga hijos.
En la mañana del 6 de enero puede verse, desde el niño que disfruta cuando algún otro se fija en sus juguetes y quiere jugar con él, hasta aquel que poco menos que esconde sus regalos en el regazo de sus madres para ir a potrear los juguetes de los demás y que no se rompan los suyos.
Es el día en el que los niños juegan con otros niños, pero también está presente la mirada vigilante de sus progenitores, aquellos que les dicen con que niños pueden jugar y con quienes no.
En momentos como ese me lleno de recuerdos cuando retrocedo atrás en el tiempo y pienso en aquel juguete que, hoy casi no tendría valor, pero que disfruté hasta la saciedad porque me lo trajeron los ¨Reyes¨, esos magos que eran mis padres y que, con grandes sacrificios me compraban algo para que en ese día, a pesar de las estrecheces económicas, pudiera reír y decir a todos que a mí también me habían traído algo por ser bueno.
Hoy todo es diferente, los niños amanecen cargados de cosas. Los padres piensan que son mejores, o que sus niños son más felices por amanecer con innumerables presentes que abandonan al poco. Antaño cuando veías ese juguete, el único que te tocaba, era el más preciado tesoro y lo cuidabas y valorabas.
Sin embargo, por mucho que hayan cambiado los tiempos sigue habiendo cosas que hacen que este día no sea plenamente especial para todos los niños.
En una de las ocasiones en las que estaba presente cuando los niños jugaban, observé algo que me conmovió y me hizo reflexionar sobre muchas cosas. En el banco de al lado de la plazoleta en la que me encontraba, había un niño con la mirada clavada en los juguetes de los demás, pero no jugaba con nadie ni decía nada. Sus ojos reflejaban al mismo tiempo sensaciones distintas. Por un lado, daba la impresión de sentirse triste en un día, como muchos otros 6 de enero supongo, donde nadie se había acordado de él. Por otra parte, se denotaba cierta madurez a pesar de sus pocos años y su mirada destilaba una cierta resignación al saberse en inferiores condiciones que el resto de niños y habiendo tenido que crecer antes de tiempo y comprender que lo de los Reyes, es un cuento que sus padres no se pueden permitir. Como quien no quiere la cosa me acerqué donde estaba sentado y traté de sacarle algo de conversación.
¨¿Tú no juegas?¨, le dije, pero él solamente me miró y me hizo un gesto con la cara, mitad indiferencia y mitad puchero. No quise hablarle más, pensé que ya era bastante duro no tener ningún regalo que abrir en ese día, por lo que no quise darle la tabarra con mi talante de improvisado samaritano. Cuando ya iba a marcharme, me llevé una sorpresa. Aquel chaval de unos 7 años me dijo, ¨¿A tus hijos les han traído muchas cosas?¨, a lo que con un nudo en la garganta dije, ¨No tengo hijos, pero si los tuviera, algo les habrían traído supongo¨. En ese instante el chiquillo puso rostro compungido y me argumentó lo siguiente, ¨¡Que pena!, si hubieras tenido hijos, creo que tú si me hubieras dejado jugar con ellos¨. Al escuchar las palabras entrecortadas de aquel chaval me di cuenta de muchas cosas que yo no puedo cambiar, pero que no está mal señalar por si se remueven las conciencias. Le miré a él y después miré a los padres y madres que en aquella plaza estaban. No me hizo falta más para comprender que aquel chico, no solo era un infortunado que había nacido en una humilde familia que no podía permitirse un juguete para él, sino que además era una clara victima de las conciencias de algunos padres que piensan que sus hijos no deben rozarse con niños de vestimentas más humildes y churretes de varios días en los mofletes. Aquel ángel caído me contó que intentó jugar con otros niños, pero que algunos padres, cuando tocaba el juguete de sus hijos le decían algo como, ¨Anda vete de aquí, que ya se cuáles son tus intenciones¨.
Por todo aquello, ese niño era el más herido en el día por excelencia de los niños. El destino y sus caprichos le privaba de poder jugar, pero además le privaba de jugar, aunque fuera un rato, con lo que él nunca tendría ni en sueños. ¿Creen que el chico podría creer en la magia de los Reyes Magos?¨.
Casi con lágrimas en los ojos salí de aquel lugar en el que tanta injusticia se concentraba por metro cuadrado, asqueado por tanta incomprensión con un pobre niño al que no daban la más mínima oportunidad de comportarse como tal.
En la misma tarde de aquel 6 de enero, volví a aquella plaza y el niño no estaba. Pregunté a algunos padres por él y me dijeron que no había venido, pero tras insistir conseguí que alguien me dijera por donde vivía. Llegué a la casa que me indicaron, rápidamente pude percatarme de la misma por lo humilde de la fachada. Saqué de mi coche un bicicleta que había comprado y tras dejarla apoyada en la puerta, llamé y me fui corriendo. Al día siguiente aquel chico estaba con su bici en la plaza, me acerqué a él y rápidamente vino a enseñármela diciéndome que los Reyes, que habrían llegado tarde, se la dejaron en su puerta.
Estuve media hora contemplándole y en ese tiempo, oí a algunos padres insinuar que se la habría robado a alguien, pero aquel niño le dio a todos una bofetada sin manos, porque a pesar del dolor que a él le causaron, le prestó a todos los demás niños su bici a pesar de la insistencia de los padres para que no jugasen con él. Poco después me fui con la satisfacción de que aquel niño, habría vuelto a creer en los Reyes Magos de oriente y... con un solo regalo, era el ser más feliz de aquella plaza.

NAVIDAD SIN LUCÍA (Ficción que muestra una navidad diferente)



Se avecinaban las malditas navidades que tanto daño me hacen y que ese año serían especialmente crueles. A medida que se aproximaban esas fechas pensaba en lo mismo, ¨ojalá pudiera dormirme el 2 de diciembre y despertar el 10 de enero para evitar este ambiente navideño que tanto se clava en el corazón de quienes vivimos otra navidad, una en la que siempre falta alguien que sabes que nunca va a volver.¨

Además de la pena que supone no tener a los que quieres en ese mes, también se acentuaba mi odio por la navidad desde que perdí el trabajo un par de meses antes de aquel maldito diciembre. Luché mucho por lo que hasta hacía poco había sido mi puesto de trabajo, pero por motivos de una terrible depresión que no pude superar tras la pérdida de mi hija pequeña, hubo un malnacido, mi jefe, que sin recordar todo lo que llevaba realizado por la empresa me despidió sin la más mínima acritud, sin concederme ni tan siquiera la posibilidad de recuperarme poco a poco.

Lucía, mi niña, había contraído una grave enfermedad y no se pudo hacer nada. Aun hoy no llego a entender que no pueda oír sus gritos cuando abro la puerta de casa. Han sido momentos terribles, por eso mi odio a la navidad, que siempre ha estado patente, se convirtió en una llaga que me destrozaba el alma, pues créanme, me moría de miedo solo de pensar que cuando saliera a la calle el 6 de enero, no habría una pequeña rubia con coletas de traviesa jugando en la calle y con una sonrisa de oreja a oreja.
Mi mujer estaba destrozada también pero, aunque fuera delante de mí y de nuestro otro hijo, Álvaro, parecía que lo llevaba mejor. Yo sabía que se estaba dejando la vida en cada sonrisa que sacaba para que no nos hundiéramos más, pero en el silencio de la noche la oía levantarse y llorar hasta reventar en el cuarto de baño, así un día y otro.

Nuestras vidas cambiaron de repente, casi sin tiempo para asimilar todo lo que había pasado, por ello, inconscientemente, había veces que me paraba delante de algún kiosco para comprar el recortable que a Lucia tanto le gustaba.

Y llegó la navidad, la dolorosa navidad que no nos iba a permitir que lloráramos en voz alta porque había que poner buena cara para que nuestro hijo no se hundiera también siendo un chaval de 8 años. Era difícil sacar una sonrisa de donde no la había, poner buena cara a un mal tiempo que parecía eterno, recorrer escaparates con Álvaro pero sin oír a Lucia, que en esas fechas se le antojaba todo cuanto veía.

Pusimos el árbol de navidad y las lágrimas nos ahogaban a todos, a Álvaro también, porque aunque hacíamos todo lo posible por hacerle más feliz la estancia, sabía lo que se sentía al dormir solo y ver la cama de su hermana vacía. Muchas noches se levantaba y sin decir nada se metía en nuestra cama. En ese momento es cuando nosotros silenciábamos nuestras lágrimas para oír las suyas, un dolor que se callaba para acoger a otro dolor, penas y sentimientos que no podías gritar para que no se desgarrara la pena de un niño que no sabía dónde ampararse desde que le faltaba un trozo de su corazón.

La nochebuena llegó. Es la noche en la que hasta el nombre, ¨nochebuena¨, parece una ironía. Ninguno quisimos estar con la familia en ese día, nos quedamos los tres juntos sentados en nuestra mesa. Le dijimos a Álvaro que se fuera con sus primos, pero por más que insistimos no quiso irse, sabía que de haberse ido nos habríamos muerto de tristeza su madre y yo. Comimos lo de siempre, ninguno habíamos pensado en nada especial para esa noche, y aunque mamá sacó algunos dulces comprados para engañar a las almas, todos se quedaron en el plato, no era la noche idónea para endulzar la amargura que llevábamos dentro.

Así, los tres juntos, sin decirnos nada pero entendiendo todos lo que cada uno sufría, pasamos esos días, solo faltaba la noche y día posterior de la venida de los Reyes Magos de Oriente.
Álvaro nos dejó hace unos días antes la carta que le iba a enviar a sus majestades y aunque había pedido pocas cosas, pensábamos que ese día, al ver los juguetes se pondría más animado, aunque estaba muy claro que tampoco para él iba a ser fácil no escuchar los gritos emocionados de su hermana.
La tarde de la cabalgata fue especialmente dolorosa. Al llegar a la zona del centro, fuimos a comprar unos pasteles. Allí estábamos, ante la inmensa vitrina de la pastelería ambulante, sin querer mirar ninguno la bandeja de los palos de nata, ese dulce que había que comprarle primero a Lucía para que nos dejará comprar tranquilos a los demás.
Álvaro nos miraba y sonreía mientras pasaban las carrozas, pero no se agachó a coger ningún caramelo, quizás recordaba que cuando lo hacía, venía su hermana y se los quitaba.

Las 12.00 de la noche. Álvaro se fue a dormir aunque sin la ilusión de otros años. Haciendo de tripas corazón y pensando en él, su madre yo nos levantamos para ponerle algunos regalos en el árbol de navidad, pero ambos nos llevamos una gran sorpresa cuando vimos que Álvaro estaba allí, se había levantado para para dejar junto al árbol una carta que decía así:

¨Querido Reyes magos, espero que no sea muy tarde ya, pero quiero que los juguetes me los cambiéis por algo que me hace más ilusión. No le he querido decir nada a mis papás para darles una sorpresa, pero quiero que me traigáis a mi hermana Lucía, pues desde que no está, no tengo ilusión por nada y ellos están muy tristes. Cambio todos los juguetes del mundo por volver a tener a mi hermanita.
Aquí os dejo dulces, podéis comer cuantos queráis, este año van a sobrar todos¨.

Cuando mi mujer y yo vimos la carta, nos abrazamos llorando ante la impotencia que sentiríamos cuando a la mañana siguiente Álvaro no pudiera ver sus sueños cumplidos.
Lo único que hicimos fue ponerle los juguetes y dejarle una nota en la que los ¨Reyes Magos¨ le explicaban que su petición había llegado tarde, pero harían lo posible para el próximo año.

Efectivamente así fue, porque a pesar del poco ánimo que sentíamos mi mujer y yo, nos pusimos a trabajar para concebir un hermano para Álvaro, una criatura que nos llenara de ilusión y mitigara el dolor que nos dejó a todos la muerte de Lucía. El destino quiso compensarnos de alguna manera y tuvimos una niña, una preciosa niña a la que llamamos Lucía. Álvaro consideró que aquella hermanita era producto de la petición que hizo a los reyes magos, y puede que no le faltara razón, vino al mundo en la mañana de un 6 de enero.

LO SIENTO, NO ME GUSTA LA NAVIDAD.



Navidad, resuenan campanas es la navidad, una fecha en la que todo ser humano, la gran mayoría al menos, siente esos deseos de paz y buena voluntad, de armonía con todos, de no acometer nada que pueda ir en contra del espíritu navideño.
Cuando llega el mes de diciembre nos empiezan a bombardear con anuncios típicos de estas fechas, nos asedian con juguetes, dulces, ofertas en electrónica y telefonía, el champán de turno que se gasta una millonada en el famoso que nos dirá felices fiestas, etc.
Pero la navidad, tan bonita para algunos es una fecha especialmente dolorosa para otros que no tienen nada especial que llevar a la mesa el 24 de diciembre, especial para los hogares en los que falta alguien que se ha ido para no volver, ausencias importantes que se significan mucho más en esta época, o niños que siguen en la más absoluta desigualdad y hambruna como muchos millones de personas. Estos son solo algunos ejemplos de los muchos que existen y nos demuestran que la navidad tiene otra cara más amarga y de la que no nos ponen anuncios.
Nos volvemos locos en navidad, los pudientes o incluso las personas que simplemente vamos tirando por la vida a base de mil escaramuzas económicas, todos somos presa de una sociedad consumista y de un mes del calendario que otros aprovechan para vendernos la burra, o mil de ellas, haciendo su agosto en pleno diciembre.
Es curioso pero hasta las guerras se paran en las navidades aunque luego una vez pasado este periplo vuelvan a acontecer y poner de manifiesto los odios existentes entre personas, razas, culturas o religiones. Una sensibilidad especial nos embarga a todos pero no pensamos que lo ideal sería que esos buenos propósitos se extendieran por siempre y para siempre, sin necesidad de lucecitas, uvas o turrones de por medio.
La navidad es bella, dicen, y la verdad es que pueda que tenga su encanto pero yo la odio hasta la saciedad. Entiendo que todos quieran pasar estos días de la mejor manera posible y vivirlos de la mejor manera posible, como en realidad hace la gran mayoría, pero yo no puedo con esta indolencia de excesos. Yo soy de esos que siempre que puedo me quito de en medio en estos días y me gusta refugiarme en la soledad y el recogimiento, aunque a veces me resulta imposible, y es que aunque no quieras te encuentras envuelto en la vorágine navideña y tienes que estar ahí aunque sea para no amargar a los que tienes alrededor.
En definitiva, estos días nos arrastran a todos a participar de comidas opulentas, despilfarrar el dinero que echaremos en falta en enero y a decir aquello de felices fiestas aunque la verdad sea otra muy distinta, una verdad que nadie ve o no se quiere ver para no amargarnos los dulces. No puedo con tanta falsedad.

domingo, 18 de diciembre de 2011

CON TODO MI CARIÑO



Tras haber tenido el honor de diseñar la imagen navideña con la que nuestro Ayuntamiento va a felicitar a todos, quiero mostrar mi agradecimiento por las bellas palabras que se han pronunciado y escrito para describir mi humilde trabajo, un trabajo hecho desde el más sincero cariño y con la máxima humildad y que espero logre gustar a todos. Fueron muchas las vueltas que le dí a varios diseños que tenía concebidos, pero al final, quise hacer lo que casi todos hacemos cuando queremos reflejar a Nerva, plasmar nuestro paseo, nuestro ayuntamiento, la torre.
Al final opté por una imagen muy común, pero con una manera de hacer poco común, convirtiendo la foto en un dibujo que evoca la llegada del espíritu navideño.
El diseño quiere mostrar un paseo solitario y oscuro en una noche de invierno que se va iluminando por todos los rincones cuando llega el espíritu de la navidad y lo inunda todo.
Por supuesto no quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar a mi buen amigo, Fco Carrión, por su frase, con unas palabras que se nota que han sido esculpidas con el corazón y labradas desde los mejores deseos. Gracias amigo, me siento feliz de compartir esto contigo.

Por último he de agradecer a Juan Carlos Domínguez Cerrato su confianza y espero no haberle defraudado, ni a él, ni a nadie, aunque entiendo que no a todos podrá gustar lo que hice.

Muchas Gracias a todos por vuestras amables palabras y sentimientos y...

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2012

martes, 6 de diciembre de 2011

LA FLOR ABIERTA (Ficción)


Desde que he conocido a María, mi vida ha cambiado de forma vertiginosa y me he convertido en otra persona, una que se ha dado cuenta de que siente y padece, que no está inerte en este mundo de continuas bofetadas del que pensaba que me había caído para siempre.

María, de la forma más sutil y delicada pero dejando a las claras, las claras aptitudes de una mujer para hacer que olvides a otra, ha conseguido que de mi cabeza se alejen fantasmas cotidianos y esa idea de que todo lo que hago está mal y por ello siempre tengo que mostrarme como lo que no soy, callando sentimientos y haciendo ver que no se puede continuar en la vida sin la persona de la que un día te enamoraste.

No, no es así, nada es para siempre y no hay que aguantar con algo que ha salido mal y no darte otra oportunidad. La vida son oportunidades continuas, trenes que vienen y van con cien mil destinos, no hay que esperar el eterno tren que apartó su dirección de tu corazón, hay que buscar otro que sepa llevarte de nuevo a la estación de la felicidad, y si tampoco es para siempre, bastará con coger otro y seguir viajando por los avatares de la vida sin renunciar a nada, sin perder un solo billete que te pueda aportar lo que necesitas aunque sea de forma efímera.

Así es María, la diosa en la tierra que te inyecta vida en la sangre sólo con dedicarte unas letras, sólo con ver una de sus muchas imágenes sensuales y diferentes, sólo con que se cruce en tu camino. Hasta el más puritano que crea que el amor es coto de enamorados y ha de ser con personas que se amen y siempre estén juntas, pensaría de forma diferente al conocer a María, mujer que te rompe el corazón pero sabiendo que nada es para siempre, que nunca va a estar contigo de forma definitiva, pero que cuando la puedas tener en tus brazos aunque sean solo 5 minutos, te darás cuenta de que nada más grande ni más duradero habrá jamás en tu vida.

María no te jura amor pero ni falta que hace, ella es lo que es, una rosa que se abre cuando le apetece y con quien le apetece, una flor que aunque jamás olvide a su jardinero, siempre se mostrará inhiesta y bella para quien la quiera contemplar, quien la quiera disfrutar, aquel que entienda de disfrutes del momento sin arrancarla de sus raíces.

María es volcán, llama ardiente que se enciende con mirarla, entrega absoluta por amor a hacer el amor y no renunciar al placer, eso que tanto nos gusta y que no tiene ningún patrón a seguir y que es espontaneo y puede estar en todas partes.

María fuente de vida, demostración del saber gozar de cada minuto que el tiempo ofrece. María morbo infinito, si Dios te hubiera conocido, no habría tenido que inventar aquello de…¨Por obra del espíritu santo.¨

POESÍA VISUAL (parte 7ª)

ESTAMPA MINERA DIVINA: Esta imagen es una más de las muchas que se pueden sacar de esta tierra nuestra que tan bellas imágenes ofrece a todos, pero quiero pararme en esta por una sencilla razón, la navidad que tan cerca está. Viendo bien esta imagen se desprende que el interior de esa cueva pueda ser de lo más acogedor, algo que sabe bien la gente de un lugar como el nuestro, acostumbrada a hacer del interior de la tierra su modo de vida. El interior de esta cueva hubiera acogido con todo lo mejor el nacimiento del niño Jesús.



A LA EXPECTATIVA: Sí, esta paloma da la impresión de estar muy atenta ante algún acontecimiento, esperando alguna noticia trascendental que pueda provocar algo nuevo en su vida. Apoyada en una de las ventanas del ayuntamiento, a esta paloma la fotografié un día en el que se desarrollaba una concentración para manifestar que esta tierra necesita de ayudas. Era como si la paloma también se sumara a la lucha, parecía querer decir a todos...¨Vamos, luchemos juntos.¨


LLUVIA OTRA VEZ

Te tengo tan presente que otra vez, con motivo de la lluvia, ha vuelto tu recuerdo hacia mí, como siempre ocurre en cada día lluvioso.

Las nubes y las gotas de lluvia, primero han nublado mi capacidad de superación y después han refrescado aquellos momentos que, a pesar del tiempo transcurrido, no consigo sacar de mi mente, ese lugar en el que siempre estás presente, como si fueras un estigma que no puedo ocultar ni ignorar.

Me prometí que me iría a un lugar donde hubiera pertinaz sequia, para que la lluvia nunca más me trajera tu recuerdo, pero sigo anclado en la borrasca de mis sentimientos y jamás llega el anticiclón de mis ilusiones.

Han pasado muchos años, lo sé, ni el más inmenso pantano soportaría tantos días de lluvia, pero en mi corazón caben todos esos litros de recuerdos que, aunque me ahogan, me hacen evadirme a otros tiempos mejores, aquellos en los que los dos siempre decíamos que no había día más maravilloso que aquel que se recibía con un beso bajo el caer incesante de la lluvia.

Hace poco me enteré que ya tienes otro paraguas en el que refugiarte, que ya no necesitas que yo te salga al encuentro para empaparnos juntos y acabar el trayecto entre risas.

Aun recuerdo cuando secaba tu piel de seda y pensaba que nunca habría en el mundo un tacto más agradable. Eran esos momentos en los que me decías que mis manos sobre tu cuerpo eran el mejor de los finales para un intenso día. ¡Qué lejos están ya aquellos años, pero que latente los conservo!

En fin, así transcurre otro día y otra tarde en la playa del olvido a ritmo de gotas de lluvia que se me siguen clavando como balas de fusil. Una vez más vuelvo a lanzar una botella con otro mensaje dentro. Sé que nunca lo recibirás, pero pensar en la posibilidad de que lo hagas me mantiene vivo.