martes, 28 de febrero de 2012

LA VENTANA MÁGICA (Ficción)




Desde la ventana de mi casa, cada tarde, siempre me extasiaba con la puesta de sol, que desde ese lugar  siempre tenía  un color especial, siempre te dejaba  alguna imagen diferente a la del día anterior. Cuando digo mi casa, me refiero a la casa de mis padres en realidad, la casa donde crecí, la que siempre estará  ligada a los recuerdos de mi infancia, unos recuerdos que claramente están unidos a aquella ventana que yo llamaba, ¨la ventana mágica¨
Si, esa  ventana era mágica por muchas razones, sobre todo, porque mirando a través de ella siempre encontraba aquello que quería ver. Durante muchos años vi  la que era la chica de mis sueños, una niña de coletas y ojos negros que siempre había sido para mi lo más idolatrado, ya que desde hacía muchos años, casi desde la guardería, ella siempre me pareció que sería la mujer de mis sueños, aquella que algún día sería la que llevara de la mano por siempre y para siempre.
Durante muchas tardes me recreaba mirándola en aquella ventana, mi ventana, donde la veía jugar en la distancia mientras yo pensaba: ¨Algún dia bajaré y le diré que me gusta, que le quiero, que quiero  ser  la persona que siempre esté a su lado.¨
En realidad esa ventana era más mágica incluso de lo que yo pensaba o imaginaba, ya que siempre me ofrecía de aquella niña la imagen que yo quería ver, escondiéndome otra que si que pude ver un día cuando salí al parque, ese parque que ya no se divisaba desde mi ventana.  Aquella imagen fue terrible. Vi a la niña de mis sueños como se daba un cariñoso beso con otro mozalbete, algo que me dejó hundido moralmente a pesar de que se diga que los niños no tienen más problemas que jugar y crecer.
Ese día yo había abandonado la trinchera de mi habitación sólo para armarme de valor y decirle que la amaba, pero esas palabras tan difíciles de pronunciar se hicieron imposibles cuando vi aquella imagen que ya no se borraría en mucho tiempo de mi mente. Aquella niña, mi niña, la que tantas veces había soñado e imaginado en cien mil cuentos de príncipes y princesas, no sentía nada por mi y había estampado sus sonrosados labios con los de otro niño que seguro,  no sentía por ella lo mismo que yo.
Fueron días de desaparecer del mapa y no querer saber nada de eso que se llama vida. Mi madre acudía en reiteradas ocasiones a mi cuarto, intentaba consolarme, pero no había nada que hacer, yo no era un niño feliz como cualquier otro, era un niño herido en su corazón y no habia consuelo para esa pena mia. Por más que todos querían sacarme información sobre lo que me pasaba, yo siempre daba la callada por respuesta, no era capaz de hablar de lo que me pasaba sin que lágrimas de inmenso dolor surcaran mi rostro. Durante muchos días permanecí con la ventana, mi ventana mágica, completamente cerrada a cal y canto, no quería ver nada más allá que las cuatro paredes de mi refugio, donde ninguna imagen podia hacerme daño alguno.  Alguna tarde, cuando estaba en mi habitación,  escuchaba el sonido de niños jugando,  pero me resistia a abrir la  ventana, no quería ver nunca más a aquella niña que entregó sus primeros besos con sabor a caramelo de fresa a otro que no era yo.
Ese era uno de los recuerdos más dolorosos de lo que fue mi infancia. Fui un niño feliz al que no le faltó de nada en absoluto, pero en esa tierna edad, los corazones empiezan a recibir los primeros impactos duros por amor. Enamorarse y no ser correspondido es algo que  nos ha pasado a todos y seguro que muchos habrán vivido una historia parecida. Es ley de vida llorar por amor,  se tenga la edad que se tenga, son experiencias que te van curtiendo y te van formando esa coraza necesaria para luego enfrentarte a los muchos avatares que la vida presenta, situaciones que harán que esos recuerdos de niñez sólo queden en meras anécdotas que te hacen esbozar una sonrisilla cuando las recuerdas.
Pasado el tiempo, yo mismo  recuerdo con añoranza aquellos tiempos de suspiros de niño enamorado y que sentía que a sus pocos años el mundo se le caía encima. Con una edad en las espaldas, un divorcio de lo más convulso y situaciones que te ponen la vida mirando al abismo, necesitaba durante un tiempo aislarme del mundo exterior y por ello me fui a casa de mis padres, donde aun vive mi madre y donde aun se conserva, tal y como la recuerdo de niño, aquella habitación con aquella mágica ventana.
Una tarde, cuando estaba leyendo un libro sobre  la cama, puede ver algo que me conmovió,  algo que me dejó sin aliento y que hizo que el corazón casi se me saliera del pecho. En el banco frente a mi casa, ese que se divisa desde mi ventana, vi sentada una mujer cuya faz me era de lo más familiar. Quedé durante minutos mirando a aquella mujer que parecía estar triste, melancólica. Aunque estaba lejos, puede darme cuenta de que lloraba, lloraba sin consuelo, sola, desangelada en aquel banco.
En estas llegó mi madre que me traía una taza de caldo y me dijo: ¨¿Te acuerdas de Violeta, la niña que tanto te gustaba de pequeño?¨
Claro, era  ella, era esa niña que tanto amé en sueños y que jamás pude alejar de mi mente. Era Violeta y estaba llorando en aquel banco en el que tantas veces pensé en tomar su mano y besarla. Salí de casa, me puse frente a ella y le dije: ¨Hola, ¿Sabes quien soy?¨ 
Ella, con solo levantar la mirada me reconoció de imediato, pues a pesar de sus cargados ojos por el llanto, esbozó una sonrisa y me dijo: ¨¡Vaya, el niño de la ventana!¨
Allí estuvimos hablando durante horas y horas, hasta casi bien entrada la madrugada, en aquel banco en el que tantas veces soñé besarla y decirle cuanto la amaba.
Después de aquella tarde fuimos forjando una amistad que hoy se refleja en una relación de pareja que ha venido a mitigar muchos malos momentos que ambos hemos vivido.
La chica de coletas, la que veía desde mi ventana mágica, hoy comparte conmigo ventana y algo más. La vida a veces es como una especie de boomerang, siempre vuelve aquello que un día crees que se ha ido para siempre.  


DÉJAME DECIRTE (Ficción)







Déjame decirte algo que desde hace tiempo callo, déjame decirte que por muchos años que pasen y por mucha distancia que exista entre nosotros, siempre tendré algún pensamiento para tí al cabo de cada día, siempre tendré un recuerdo tuyo en cada ocasión que me pare a pensar en otros tiempos y siempre tendré un sueño contigo en las muchas noches que me voy a dormir pensando en aquello que puedo ser y no fue.
No sé que razón extraña nos niega el que podamos disfrutar el uno del otro, pero es cierto que por muchos avatares en contra que me encuentre en mi camino, siempre pensaré que algún día se alinearán los astros y se darán todas las circunstancias para que por fin nos amemos de la manera que siempre se nos negó.
Las situaciones de la vida siempre dibujan un guión diferente a lo que querrìamos en  nuestra andadura, pero a mi eso me da igual, he sabido tenerte sin poder estar a tu lado, he sabido amarte aun sin poder tocarte, he podido incluso olerte a pesar de las muchas otras fragancias que se han cruzado en tantos años sin poder notarte cerca.
Nunca me hizo falta tocar tu piel para que se me ponga el vello de punta al pensar en su tacto,  no me hace falta ver de cerca el brillo de tus ojos para saber que sientes lo mismo que yo, que la luz de tu rostro es el sendero iluminado por el que han de caminar todos mis anhelos.
Algun día, cuando llegue a esa otra dimensión en la que las almas se quedan cuando abandonan la vida tal y como la conocemos, alguien tendrá que explicarme la razón de que nosotros no tuvieramos el derecho de unir nuestras vidas siendo eso lo que siempre quisimos. Sí, alguien tendrá  que explicarme cual fue la razón por la cual yo no soy digno de poder sentir el abrazo sincero de quien siempre quiso tenerme en su horizonte.
La vida, siempre con sus malas pasadas mal repartidas y que a veces siempre tocan a los mismos, o el destino, siempre caprichoso y cebándose con quienes callan y sienten conformidad con todo,   han permitido que mis sueños de amor se conviertan en pesadillas en medio de noctámbulas batallas libradas en  la soledad de no poder tenerte.
Tengo claro que Dios no existe, y lo digo con certeza, pues creo que si en verdad Dios es  amor, no puedo entender que permita que nuestra  historia se quede en caminos que se separan y que nos condenan a estar siempre lejos el uno del otro, aunque yo sea capaz de amarte sin tenerte, aunque puede seguir emocionándome con el roce  de tu piel pese a jamás haberla tocado. Seguiré amándote como siempre lo hice, de la manera que nos dejaron, imaginando que me abrazas cuando la luz se apaga y cierro los ojos, pensando que en otro lugar, en otra vida donde no existan las barreras que aquí nos pusieron, podamos hacer realidad lo que no tuvimos en el mundo real. 

¡QUÉ BONITO ESTÁ MI PUEBLO CUANDO LLEGA EL CARNAVAL!






¨¡Qué bonito está mi pueblo cuando llega el carnaval!¨

Esta letrilla que todo el mundo canta cuando llegan los carnavales es lo que sin duda puede describir lo que se ha podido ver en Nerva en estos días de colorido y alegría carnavalesca. Empezando por el final, hemos visto un pasacalles corto pero intenso y que rubricaba lo que durante el último fin de semana de febrero ha sido una fotografía distinta de la manera de vivir de nuestra gente, que han aprovechado las carnestolendas para desconectar de los muchos problemas que a todos nos acucian y enarbolar la bandera de la alegría, algo que desde luego es de agradecer y que demuestra que este pueblo es muy especial y se hace grande en las situaciones más complicadas.
Lo vivido en el teatro Victoria tiene también  muchas lecturas distintas. La primera de ellas es que desde que podemos disfrutar de nuestro nuevo teatro Victoria, todo alcanza un mayor esplendor y lucimiento, además de una mejora en el tema de sonido que hace que todo sea más fácil. Otra lectura es que tenemos un carnaval que tiene la dosis perfecta de veteranía, con agrupaciones que llevan 15 y 20 años, y de cantera, con nuevos grupos de gente que cuentan  con una edad infantil o cadete y que a buen seguro crecerán también en las tablas del escenario carnavalesco, pues ya se han  quedado embaucados por la magia de cantar a su pueblo cada febrero. También podemos decir que este carnaval nuestro, después de tiempos de poca bonanza, donde se mantuvo gracias a muchas de esas agrupaciones de hoy que siendo niños se mantuvieron al pie del cañon, ha vuelto a recuperar un interés que puede que derive en que dentro de poco veamos otra vez esas inmensas colas desde tempranas horas para pillar una entrada.
Las agrupaciones han estado maravillosas. Cada una en su modalidad, han demostrado que se empieza a hacer un carnaval que tiene algunas connotaciones muy especiales.
El predominió de las mujeres, el perfeccionamiento de las letras de las agrupaciones que cada vez están más llenas de sutileza y de fina pluma, y sobre todo, me parece que hay algo que se viene repitiendo y que puede ser también algo peculiar de este carnaval nuestro y que le distingue de otros, lo poco que se usa el típico pito de caña carnavalesco.
Obviamente, y este año con más razón, no podemos hablar de carnaval enmarcándolo sólo en el ámbito de las coplas y del teatro, pues este febrero  ha sido la consagración de lo que veníamos notando en los últimos carnavales, el repunte en todos y cada uno de los aspectos que forman parte de la bulliciosa mascarada.
Los bailes han estado bastante animados, con multitud de disfraces que daban un colorido espectacular al mercado de abastos, la gente ha salido a la calle entendiendo que carnaval es disfraz, alegría, guasa, ironía, y buen humor, y afortunadamente eso es lo que hemos visto, mucho buen humor durante estos días.
Dentro de lo que es este resumen de carnaval, he querido dejar para el final, aunque ya comentaba algo al principio,  el tema del pasacalles, pues desde que se hace en la matinal del domingo (un acierto del anterior concejal, el señor Harriero) ha alcanzado un nivel impresionante, y eso teniendo en cuenta que muchos de los que participan en el  pasacalles en la matinal dominguera igual se han ido a la cama a altas horas de la madrugada o no se acostaron siquiera, aun así, hemos roto moldes, algo que se ha reflejado también este año con un desfile que aunque ya hemos dicho que ha sido corto, no por ello ha dejado de ser ES-PEC-TA-CU-LAR, y lo digo así, con letras grandes y despacito, pues lo que hemos visto este año no tiene parangón.
Quiero tener algunas palabras también para la Reina del Carnaval, una niña de mirada dulce y melosa, amante de esta fiesta y que merecía que todo se rodeara para que pudiera disfrutar de unos días que pueda recordar toda su vida. La Reina del Carnaval, Cristina Beltrán Cruz, no gozó del acompañamiento de las damas de honor, pero desde luego no le hizo falta, pues su simpatía y su belleza, así como su manera de ser y vivir la fiesta, le ha hecho lucir impresionantemente bella y su presencia ha llenado todo el teatro Victoria y todos los rincones donde llega el rio  multicolor del carnaval.

Mi más sincera enhorabuena a todos los que han hecho posible estos días en contacto con otra visión de la vida. Gracias a todo esos que se han colocado una máscara, antifaz o disfraz para ser durante unos días otro ser distinto y preocupado solo de pasarlo bien.

¡VIVA EL CARNAVAL!

¡VIVA NERVA!










lunes, 20 de febrero de 2012

COLOSO EN OFF


Quiero compartir con todos aquellos que visitan mi blog el artículo que recientemente hice para CUENCAMINERA, periódico mensual en el que tengo la suerte de participar.

Espero que os guste:

La fábrica de los ruidos que se traducían en prosperdidad, yace inerte, como muerta, como callada ante el atropello de no dejar que la tierra siga dando sus frutos, siga aportando historia y pan para los de estos lares.
Todo es como un gran cementerio de maquinas y un desolador paisaje de frustración y envejecimiento de lo que otrora fue ejemplo de modernidad y sofisticación, lugar de ensueño que reflejaba la victoria del desarrollo, la consecución de miles de anhelos de aquellos que soñaban con rebasar los listones de lo imposible.
Ahora nada queda, solo vestigios de un tiempo pasado cuyos recuerdos son esas inmensas fotos de lugares y enseres que han quedado sórdidos, vacios, manteniéndose por orgullo de lo que un día fueron, resisitiéndose a doblar las rodillas.
Es un paisaje que te hace sentir en otra época, en otro lugar, en otro planeta.
Restos de toneladas de hierro y escorias, colores que siguen marcados como señal inequívoca de que esta tierra tiene aun mucho que dar, mucho que ofrecer.
El viento se oye más fuerte por este lugar, pues ya no hay ruidos de labores mineras que sobresalgan por encima de todo, cual sinfonía de múltiples instrumentos siempre afinados y partituras sonoras interpretadas en cada turno. ¡Ya no!, ya el viento es el único sonido que se percibe en la inmensidad del complejo minero. Ese viento es el vigia que a cada segundo va por todos los rincones, aireando todo lo que ahora se oxida y se deja en el olvido.
Cientos de hombres daban vida a este compendio de luces y extravagantes formas gigantescas, hombres que accionaban y sincronizaban los muchos procesos que convertían en oro, como cual alquimista, las entrañas de una tierra que solo se abría de piernas para dar su perla más valiosa a quien la sabía trabajar.
Paisaje apocalíptico, colosal e interminable que ante la vista de quienes antes le vieron parece aletargado, anestesiado, como la mentalidad de la gente de esta comarca, aquellos que pasaron de ser eternos luchadores y defendores de lo suyo, a resignados corazones que se conforman con la miseria que nos tocó en mala suerte a pesar de que el vientre de nuestro entorno puede seguir pariendo futuro.
El paisaje esta mudo, desaparecido, de la misma manera que desaparecen la ilusiones de hacer vida en ésta nuestra tierra minera que enmudece ante las injusticias.

POESÍA VISUAL (Parte11ª)




FOTO 1 RUINA:

Ese delicado tisú,
a jirones desgajados del tiempo,
persiste indeleble en el beso azul
anidado allí, donde el jardín viejo,
jugueteando entre los bancos.


FOTO 2. PRISMA MINERO:



Empapada la cerda de rojizos
ligados con las purpurinas áureas,
confluyen
                ondulantes 
                                   los zafiros
sulfurosos en mi paleta túrbida:
donde se esparcen agrios los anhelos
minados por la desidia del miedo.



Es un honor poder contar en esta ocasión con la participación de Carmen Alcázar, periodista de Nerva que ha tenido a bien honrarme poniendo poesía a las imágenes que hoy ofrezco en este post.

Muchas Gracias por hacer mejor a este humilde blog con tus palabras, amiga Carmen,

GENTE QUE DEJA HUELLA

Un vacio enorme en el espíritu del beticismo, una huella imborrable en el corazón de aquellos que están ¨apilados como balas de cañón¨, tal y como reza el himno bético. Cada partido, cada minuto de juego, ponía en jaque su sistema nervioso en pos de ver ganar a su Betis, ese Betis del alma que tantas decepciones da a quienes sufren por ser amantes de lo humilde, del arte que aparace a veces, como cual Curro Romero capaz de lo mejor y de lo peor.
Hay equipos que hacen a su afición, pero hay aficiones que hacen a su equipo, de la misma manera que hay aficionados que hacen grande a cualquier grada y son la demostración de la lealtad de sentimientos. José Navarro, ¨Superpepe¨, para aquellos que le quisimos y compartimos con él tantas cosas, era el vivo ejemplo de esas gargantas verdiblancas que cada tarde de domingo gritan goles que son amores en el corazón de los que inventaron aquello de ¨Viva er Beti manque pierda¨.
El paseo de las palmeras ha dejado de tener ese son especial que suena a fútbol en los días de partido. ¨Superpepe¨ ya no está, y por muchos miles que llenen el Villamarín, siempre habrá un hueco vacio en el alma de ese estadio por el recuerdo de aquel que, aunque no estuviera en el coliseo bético, siempre empujaba al equipo de sus amores. Resonará por siempre el eco de una voz especial que todos seguimos oyendo cada día de partido. Allá donde el ciclo vital se convierte en gloria, en el lugar donde miran los que celebran goles y aquellos a los que les faltan seres queridos, allí en ese lugar en el que algún dia recobraremos el abrazo de los que se fueron, allí está Pepe, allí está con su bufanda verdiblanca haciendo betiscismo y ensalzando los parabienes de ser Andaluz y bético practicante.
Sangre Verde en sus venas, Nerva grabada a fuego en su corazón y música andaluza, sevillanas para más señas, como banda sonora de una vida que dejó de existir entre nosotros pero que sigue siempre presente en mentes y corazones que supieron lo que Pepe, ¨Superpepe¨, era capaz de dar.
Demostró su beticismo hasta en sus últimos minutos con nosotros. Hizo el recorrido que conduce hasta al camposanto engalanado con el verde y el blanco como bálsamo a la pena, combatiendo con esos colores que siempre llevó en su alma el negro luctuoso del día de su muerte. La gente que es especial lo es hasta en las situaciones más increíbles, por eso ¨Superpepe¨ no dejó indiferente a nadie y emocionó incluso a aquel que, sin conocerle, supo de su desenlace vital.
Se vienen a la memoria muchas de esas sevillanas que él siempre andaba cantando entredientes y que ahora recobran un significado especial. ¨Algo se muere en el alma cuando un amigo se va...¨ , sin duda una frase encuadrada en el acervo de las sevillanas y que todos hemos padecido alguna vez al perder a gente que tanto significaron.
Se desvivía por sus amigos que, aun siendo sólo conocidos, ya recibian de él todo aquello que se pueda dar sin pedir nada a cambio. Se le acentuaba mucho más la sonrisa debajo de aquel bigote cuando hablaba de algo que para él era el sumun de la felicidad, su hijas, las niñas de su alma para las que encontraba cada día adjetivos distintos y cada día más bellos. El brillo de sus ojos denotaba que a pesar de pesares y circunstancias que la vida siempre nos pone a todos, Pepe era un hombre feliz, pero sobre todo era un hombre que hacía feliz a quien estuviera a su lado, pues junto a ¨Superpepe¨, te dabas cuenta de que la vida es para vivirla y saborearla cada segundo y que no hay que perder ni un solo instante teniendo el alma compungida por alguna cuestión.
¨Superpepe¨ , toda una lección de humanidad que se resume en una frase, ser buena gente, saber apreciar cada minuto que la vida ofrece saboreando los pequeños placeres, esos placeres que, sobre todo en las personas buenas y humildes, son tesoros que siempre fueron compartidos, pues él siempre gustaba de compartir con alguien lo bueno de la vida.

domingo, 12 de febrero de 2012

POR MUCHO QUE TE MIRE...




De la misma manera que una rosa no pasa inadvertida entre medio de un millón de hojas caídas al suelo en otoño, tu imagen llega a mí entre otras muchas para hacerme saber que la rutina diaria se rompe de forma maravillosa en un instante.
Fuiste y eres esa ventana por la que entra el aire fresco que oxigena un viciado mundo en el que piensas que ya nada vale la pena. Así ha sido la presencia ante mis ojos de tu figura natural y alejada de los estereotipos que provocan insensibilidad en mi monótona maquina de acciones cotidianas.
Nunca nada provocó de una forma más rápida una reacción de asombro, bello asombro. Imagen divina que vino a gritarme a voces que aun hay quien luce bella sin cáscara ni cartón, sin colorantes ni conservantes, la forma de saber que quizás no todo está dormido o aletargado, que existe la magia y la luz donde todo parece estar acabado y finiquitado, que por muchas barreras o rejas enormes que te pusieran, tus colores siempre son la voz que se alza y grita que estás viva, más viva que nunca.
Y entonces, cuando esa imagen divina, la tuya, llega a mis ojos y de forma directa se ancla en mi corazón y en mis sentidos, es como si de nuevo me hubieran forjado, es cuando me doy cuenta de que yo no estaba muerto ni desplazado del mundo actual. Estoy vivo, me haces estar vivo y he podido comprobar que, con un poco de suerte, las rosas aun huelen a rosas, el sol ilumina las almas, que las nubes no solo traen agua, traen también formas maravillosas que nunca podrán ser ideadas por nadie, y tú, tú haces bello a todas esas rosas, almas y nubes y todo cuanto te rodea.
A veces nos metemos en un callejón sin salida que adormece los sentidos y hace que te entregues a la resignación de que nunca pasa nada, pero sí que pasa, nada está dormido, el latido interesante y verdadero de la vida bajo nuestras almas, bajo la tierra, sigue estando ahí, solo tiene que llegar y cuando llega lo hace además de la manera más inimaginable y asombrosa.
Gracias por poner tu cuerpo y tu esencia en mis ojos, Gracias a la vida por tu paisaje maravilloso que, aun desnudo de actividad, abandonado por quienes no te valoran, sigue siendo único, un regalo para quien cada mañana sale a oxigenar su alma buscando alguna razón para seguir adelante en esta tierra de oportunidades que, aunque no le den oportunidad, sigue derramando todo lo mejor que tiene.



EN LA OFICINA DE LAS DESILUSIONES



Cada mañana cuando bajo a desayunar se me hace un nudo en la garganta al comprobar algunos aspectos que se repiten cada día.
Muchos sabrán que el edificio de la Radiotelevisión está en la planta superior del mismo edificio del INEM, en lo que antes fue el ayuntamiento mientras se restauraba el consistorio actual. Pues bien, como digo, cada mañana al bajar veo esas impresionantes colas en la oficina de empleo, pero sobre todo, lo que veo son caras de desolación de personas que sienten en sus carnes lo que es no tener un trabajo para vivir dignamente.
Son caras de resignación que se me clavan y que parecen decirme, ¨ suerte tienes tú de poder tener un trabajo y un sueldo que llevar a casa cada mes¨.
La verdad es que pone los vellos de punta oír algunas de las situaciones que se exhiben en los pocos metros cuadrados de la entrada del INEM. El otro día alguien decía más o menos así: ¨Tengo 52 años y mi última peonada la eché cuando tenía 41. Ya no sé por dónde tirar para intentar llevar algo a mi casa¨.
Esa frase la escuché a un señor que, apoyado en la barandilla de la entrada de la oficina de empleo, esbozaba de esa manera su mala suerte mientras yo estaba cerrando la puerta de la radio para ir a desayunar. He de confesar que ese día el desayuno se me hizo muy amargo, tanto que incluso amigos con los que comparto ese momento cada día me preguntaban una y otra vez si me ocurría algo.
A los 20 minutos, una vez acabado el ritual de cada mañana de tomarte algo para llegar hasta el almuerzo, volví a la radio y ese mismo señor del que hablo se me acercó y me dijo, con mucha educación, si le podía dar un cigarrillo. De forma inmediata me saqué el maldito paquete de tabaco que nunca me falta aunque me está matando y le di ese cigarrillo, al tiempo que le preguntaba, aun a riesgo de que me saltara por peteneras, lo siguiente:
¨¿Bueno qué, cómo va eso amigo, parece que lleva Usted aquí tiempo ya no?¨
El hombre, mientras daba una profunda calada a su cigarro, me miró fijamente y me dijo. ¨Pues ya te imaginas amigo, aquí estoy una vez más aunque no sé bien para qué, porque la verdad es que ya estoy hasta cansado de venir para nada. Ahora venía a cursar la ayuda familiar con mi mujer, que ha trabajado unos meses, pero hasta me da vergüenza entrar otra vez, me han pedido unas fotocopias y no tengo ni dinero para hacerlas¨.
Sin pensármelo dos veces abrí la puerta de la radio, le dije a aquel hombre que subiera y yo mismo le hice las fotocopias con la impresora que tenemos. Ese hombre, que probablemente tenía poco que agradecer a la vida en los últimos años, se mostró tan agradecido que por primera vez le vi sonreír, y lo hizo simplemente por unas fotocopias.
Cuando este señor se fue me quedé pensando en algunas cosas que me parecieron significativas. Una fotocopia puede valer unos 20 o 30 céntimos, simplemente eso, sin embargo aquel señor (si no me mintió) no tenía ni siquiera esa cantidad en los bolsillos, lo cual me hizo preguntarme más cosas.
¿Cómo tienen que ser los días de una persona que ve que todas las puertas se le cierran y no puede hacer nada?
¡Qué triste tiene que ser amanecer y pasar cada día comprobando que nunca hay nada para ti, que no hay manera de levantar cabeza!
¡Qué duro tiene que ser ver a los tuyos y no poder ofrecerles nada!

Desde luego dicen que la vida es un camino en el que pasan rachas mejores y peores, pero en el tiempo que pude hablar con ese señor me di cuenta de que hoy por hoy el sabor de lo amargo es más duradero que los pocos momentos dulces que pueda haber.
Me gustaría conocer a quien dijo que Dios aprieta pero no ahoga, pues desde luego, a veces es preferible ahogarse de una vez que estar en una continua asfixia.

Este escrito lo hice hace más de un año, tanto tiempo ha pasado que hoy ni siquiera fumo. En su momento no lo puse en el blog, pero tristemente me he dado cuenta de que esta historia sobre las necesidades de la gente que se queda en el paro, sigue siendo una historia actual y desgraciadamente, no queda desfasada.

domingo, 5 de febrero de 2012

HASTA QUE LA MUERTE...



En el mismo sitio donde siempre exteriorizo todo aquello que siento, hoy no puedo por más que compartir con todos aquellos que me siguen y me conocen, me conocen pero no me siguen, o me siguen sin conocerme, todo eso que siento en un día como el de hoy, un día más en el que amanezco como sintiéndome un verdadero extraño aun estando en mi propia casa.
Dicen que todo ser humano siempre necesita unos días para adaptarse a ciertos cambios importantes en su vida, pero yo creo que eso es cierto dependiendo de qué cosas son las que cambiemos, pues hay historias que, cuando cambian, no se olvidan tan facilmente ni es cuestión de días. Es más, a veces, ni aunque te forjaran de nuevo o volvieras a nacer se puede olvidar aquello que ha dejado una huella importante en el corazón.
Yo no me acabo de acostumbrar, no puedo entender ni quiero cual es la razón por la que la vida da un cambio de repente, pasando de tener cerca todo aquello que quieres a vivir aislado, como en una urna, donde nadie puede verte y donde no puedes ver a nadie. Debe ser angustioso sentir que la alegría se trunca para siempre, sentir que cuando te levantas cada mañana no hay ningún motivo especial por lo que sentirse afortunado al descubrir un día más y sabiendo que seguro será anódino, anacrónico, sin emociones de ningún tipo, sintiendo que cada minuto se hace una eternidad y esperando que el sol se vaya a dormir para de esa manera refugiarte en la oscuridad, donde todos los gatos son pardos cuando te asomas a la ventana.
Si, a veces no hay una cárcel más cruel que la vida, no hay mayor pena que estar condenado a vivir en un mundo en el que no encajas de ninguna de las maneras.
La vida nos puede poner del revés en un momento, todo `puede cambiar y ser distinto en cuestión de segundos, nadie puede irse a dormir cada día pensando que lo que tiene hoy, lo va a tener también mañana, y ese es el problema, que no valoramos aquello que de perderlo nos puede provocar una encrucijada, sin saber por donde tirar.
Un día todo da un giro inexplicable y sientes que te quedas desamparado en el oceano de las penalidades. No hay más tabla de salvación que pensar que nada es para siempre y, de la misma manera que se pasa de la tranquilidad a la angustia, de la felicidad a la infelicidad, mañana todo puede volver a cambiar, aunque ya no sabes ni quieres esperar, prefieres darlo todo por perdido.
Todo esto que digo es lo que debe de sentirse cuando de repente quien tienes a tu lado se marcha para siempre y sientes que todo te sobra aunque nada tengas.
Estos pensamientos me invadieron desde que el otro día, en un entierro al que tienes que acudir por cumplir con personas conocidas y queridas, vi lo que sentía un señor que después de 60 años de matrimonio, 60 años desvelándose ante cualquier cosa que aconteciera a su señora, se queda solo en un mundo que ahora a buen seguro le hace sentirse pequeño e indefenso. Aun recuerdo las lágrimas de ese señor mirando el ataúd de su mujer y se me estremece el alma al pensar lo que debe sentir cada noche cuando se acueste y no oiga la respiración de la que compartió con él tantas penas y alegrias.
Está claro que la vida es esto, un sendero que hay que cruzar y en el que unos llegan antes que otros, pero desde luego, creo que hay cosas que no deberían permitirse por parte de un ser ser supremo, si es que existe, y una de esas cosas es que alguien tenga que ver partir de su lado a la persona más querida sin saber cuando van a volver a reunirse otra vez.
Mi amigo Manolo no se queda solo, eso está claro, tiene a gente que le quiere y que le va a cuidar, pero por mucho bueno que se le pueda dar nunca le podrán reponer el dolor de no sentir el calor de Greoria en su hogar.
Esos ojos vidriosos que dejaban escapar lágrimas de amargura y que surcaban el desgastado rostro de Manolo, eran la prueba evidente de que el amor verdadero y para toda la vida existe. Una vez más tengo que reparar en algo que nos ha de hacer reflexionar, pues hoy vivimos en un mundo en el que se dice ¨Si quiero¨ con la mayor ligereza. Por ello, historias como la de Manolo y Gregoría, son historias que nos tienen que llenar de felicidad y emoción. Yo quiero tener mi Gregoría, quiero ser el Manolo de mi pareja durante toda la vida.

POESÍA VISUAL (parte 10ª)




FOTO 1: GESTACIÓN DE ILUSIONES. Esta foto es lo que podríamos llamar el embarazo de las ilusiones. La gestación de estas casas, estuvieron acompañadas de muchos anhelos, sueños y proyectos que tras un difícil periplo se han hecho realidad. Hoy muchas personas que esperaron a que se diera luz a tantas ilusiones, han visto colmados sus sueños.

FOTO 2: EL ROSTRO DE LAS COSAS: La edad no perdona a nadie, el paso de tiempo el algo que deja huella en todos los seres, en todo aquello que es símbolo de vida. Las muescas naturales de este árbol son la prueba de una vida larga, siempre soportando los elementos, siempre acumulando años de vida.

MI NIÑA Y MI AMIGO (Ficción)



Hay circunstancias en la vida que te hacen pensar que, tal y como siempre se dice, este paso que todos tenemos por el mundo puede ser una auténtica aventura de situaciones distintas o un devenir constante de acontecimientos que te hacen ir y venir por distintas etapas, incluso por aquellas que ya considerabas pasadas.
La historia que les voy a contar es una demostración de que las personas, siempre tenemos en la mente cosas que difícilmente podemos olvidar, pero que cuando menos te lo esperas te las encuentras otra vez, cuando ya pensabas que las habías perdido para siempre o cuando ya no puedes aferrarte a ellas nuevamente.
En mi etapa adolescente, siempre fui un chaval bastante normal, uno de esos chicos de antes que solo se preocupaban de jugar, oír música, hacer deporte y disfrutar de los amigos, algo normal, aunque no tanto, pues cierto y verdad es que hoy por hoy los chavales tienen una dinámica distinta en cuanto a como desarrollan su adolescencia, ese periplo en el que ciertos temas pueden marcarte para toda la vida.
Casi con 17 años, yo solo estaba por la labor de mis estudios y tratar de divertirme siempre todo lo que podía, para ello no me hacía falta más que mi barrio, con mis amigos y ese entorno en el que me críe.
En ese barrio, yo me enamoré hasta los huesos de una niña que desde siempre me había hecho ¨tilín¨. Ella, cuyo nombre no voy a decir obviamente, era esa niña-mujer que a todos dejaba atónitos, pues a pesar de su corta edad, 12 años, tenía un cuerpo que no dejaba indiferente a nadie, pero sobre todo, era esa chica en la que todos ponían sus ojos pues pensaban que, tanto cuerpo mezclado con la inocencia de su edad, podía ser la panacea de cualquier chaval que supiera engatusarla.
Yo sin embargo, no era del pensamiento de otros chavales de mi edad. Yo la quería desde hacía mucho tiempo y se me removía todo cuando la veía, hasta tal punto que era verla aparecer en el barrio y se apoderaba de mí un nerviosismo especial que me hacía perder la cabeza. Lo que yo sentía era amor, por eso cuando oía hablar a algunos de mis amigos sobre ciertas obscenidades, yo tragaba saliva para no descubrir a nadie que me importaba de verdad, que estaba enamorado.
Ella tenía mucha afinidad conmigo, quizás yo era el único que la trababa con cierta delicadeza, no es que los demás fueran unos bárbaros, sino que todos le decían muchas cosas que, aunque fuesen de broma o cosas típicas de una edad algo calenturienta, a ella no le hacía sentir muy bien.
Hablábamos mucho, siempre decía que le encantaba oírme hablar de cualquier tema, algo que denotaba que, aunque solo tuviese 12 años, en el fondo tenía más madurez que cualquiera de nosotros, lo que demuestra que las niñas maduran mucho antes.
Yo me convertí en su amigo especial pero nada más, pues yo nunca fui capaz de decirle todo lo que sentía por ella, aunque por dentro me muriera cada vez que me hablaba de algún chico que le gustaba.
Yo siempre estaba ahí, tratando de darle un buen consejo aunque a veces fuera en mi contra. Estaba claro que hubiera sido fácil echar tierra encima de aquel que a ella le gustaba, pero yo no era así.
Me convertí en su pañuelo de lágrimas y pude ver como al final terminó siendo la novia de mi mejor amigo, aunque lo de novia fueran palabras mayores a esa edad.
Yo tenía el corazón destrozado aunque lo disimulaba bastante bien.
Ella, la niña de mis sueños, la chica que hacía sentir cosas inexplicables y la que yo había cuidado con todo el celo del mundo, acabó entre arrumacos y besos de adolescentes, los más bonitos, con la persona por la que también hubiera dado lo que hiciera falta, mi mejor amigo, cuyo nombre tampoco voy a decir.
Aquellos tiempos no eran fáciles para mí. En casa me pasaba todo el día escuchando música que me recordaba a ella, estaba siempre llorando y lamentando no haber sido capaz de decirle que la quería. Estaba tan triste y abatido que mi madre, porque las madres se dan cuenta de todo, constantemente me preguntaba sobre aquello que me perturbaba, aunque yo siempre callaba o decía que todo estaba bien, que no tenía que preocuparse de nada. Recuerdo que una de las veces mi madre me dijo algo así:
¨Uf, tú lo que tienes es mal de amores, pero tranquilo, eso se cura¨.
Así eran mis días siendo un mozalbete que aun no había cumplido los 18. En casa siempre alicaído y escuchando las baladas de Scorpions, Whitesnake y algún que otro grupo de esos que tenían canciones que me ayudaban a vaciar y desahogar mis sentimientos. En la calle, siempre sacaba una sonrisa de donde no la había y trataba de ser esa persona de siempre, aunque cuando les veía besarse o abrazarse, bajaba la mirada y sentía la necesidad de desaparecer de este mundo.
Cuando me quedaba a solas con mi amigo, encima me contaba todo lo que hacían cuando estaban juntos, algo que a mí me destrozaba aun más.
Era así, estaba penando por verles juntos y encima tenía que empaparme de todos los detalles de su relación, lo cual me sirvió para darme cuenta de que mi amigo hacía con ella lo que le venía en gana y mientras ella estaba vardaderamente enamorada, él simplemente quería tenerla a su merced.
A veces también me quedaba a solas con ella, pero ya se sabe que las mujeres son más comedidas en ciertos temas. Yo le preguntaba sobre cómo le iba en su relación y ella me decía siempre que le quería mucho, que le gustaría que él fuera de otra manera, pero le quería mucho.
Yo sentía la necesidad de contarle todo aquello que mi amigo me decía para que se diera cuenta de que clase de persona tenía al lado, pero nunca lo hice, hubiera sido traicionar la confianza de mi amigo y haber provocado su sufrimiento.
El tiempo pasó y con sus altos y bajos, con idas y venidas, ellos siguieron juntos.
Cuando hablo de que el tiempo pasó, no me refiero a unos meses, sino que después de muchos años, el curso de la vida decidió que estuvieran juntos, tanto es así que se casaron y se convirtieron en un matrimonio aparentemente perfecto, aunque con muchas historias que contar.
Yo también hice mi vida. Primero me casé y la verdad es que no me fue nada bien. Tras dos años de noviazgo y dos de casados, nos dimos cuenta de que aquello había sido un error, que había barreras insalvables y que estaba demás hacerse el ciego y no querer ver la situación.
Tras algunos años me volví a enamorar y, esta vez sí, creo que encontré la mujer de mi vida, la que me entiende y la que entiendo. Hemos tenido nuestras diferencias y nuestras cosas, como todas las parejas del mundo, pero siempre hemos salido airosos de todas las dificultades que se nos hayan planteado, signo inequívoco de que estamos destinados a hacernos viejitos.
Muchos habrán pensado que al contar todo esto, está claro que aquel amor de adolescencia quedó superado. Pues sí, ciertamente sí, aunque el tiempo, que siempre pone a cada uno en su sitio, aun depararía alguna cosa más.
Después de muchos años de matrimonio y en contra de lo que nadie podía imaginar, mi amigo y la que fue la niña de mi corazón se separaron.
Muchos, cuando se enteraron pensaban que era imposible, imposible que dos almas que se conocen desde chavales se separasen, pero lo que está claro, al menos para mí, es que desde niños esa pareja tenía lagunas importantes, por ello lo sorprendente no es que se separasen, sino que no se separaran hasta ahora.
Así es la vida, un rio que va llevando las aguas de un lado a otro, un cúmulo de circunstancias que se caen por su propio peso aunque sea tarde, aunque nunca es tarde del todo.
Hoy, yo estoy con mi pareja y no la cambio por nada, pero es cierto que todo lo que ha ocurrido ahora, en cuanto a la separación de mi amigo y la que ha sido su mujer, es algo que pedí con todas mis fuerzas, no por ser cruel, sino por el convencimiento de ser yo quien la quería de verdad.
La quise tanto que aun hoy, aunque no cambiaría mi vida, pienso en lo importante que fue para mí y la huella que dejó en mi corazón. Ahora se ha separado, la mujer que me hizo enloquecer se ha dado cuenta de todas esas cosas que se me quedaron por decir, pero yo no puedo hacer nada, no quiero hacer nada, porque aunque la vea y aun se me remueva el alma, ya es tarde, muy tarde.
Así es el devenir del destino. ¿Qué habría pasado si en su momento le hubiera dicho la verdad?, ¿Qué pasaría si ahora le contara toda la verdad de aquello que pudo ser y no fue?, ¿Qué ocurriría si…aun hoy, ella me dijera..., ven?
Son preguntas que probablemente nunca encuentren respuesta y si es así, será porque ahora vivimos lo que nos ha tocado y viviremos lo que nos toque. Por mucho que queramos, el destino nunca se puede cambiar, la vida siempre sigue el dictado que tiene para cada uno de esos seres diminutos del mundo, hombres y mujeres.
Mucho hubiera dado a cambio de que ella se hubiera separado antes, muchas veces pedía que eso sucediera para reparar aquello que no fui capaz de hacer en su día. Sin embargo, ahora que esa situación que tanto anhelé ha llegado, ya no se puede hacer nada. Las cosas hay que hacerlas en su momento o el tren pasa y ya no vuelve.