sábado, 26 de noviembre de 2011

EL VIEJO LOCO (¿Ficción?)

En una mañana del mes de enero, sucedió algo que para mí fue realmente increíble.

Caminaba yo como muchas otras mañanas en dirección a mi trabajo. De repente me encontré con un anciano que caminaba bastante desorientado por la calle. Este señor, sin conocimiento del riesgo que contraía, se metió en medio de una carretera por la que multitud de vehículos transitan a gran velocidad. El revuelo que se montó de momento fue impresionante, pues todos los coches que pasaban en ese momento, empezaron a pitar de forma desmedida y algunos incluso tuvieron que frenar bruscamente o hacer varias maniobras para no llevarse al anciano por delante. Como por un impulso de humanidad, salí corriendo a pesar del riesgo de que me atropellaran a mí también, cogí a aquel hombre y me lo llevé de allí como pude.

La reacción de algunos de los conductores fue lamentable. Hubo uno que se bajó dejando el coche en medio de la calzada y su única intención era pegar a aquel ¨vejete¨ que podía ser su abuelo. ¨Maldito hijo de puta, te tenían que haber matado para que te quitaran del medio, cabronazo¨, dijo un conductor de unos 22 años de forma airada.

Sin embargo aquel hombre hacía caso omiso a todo lo que le decían, estaba como ausente, como si todo lo ocurrido no fuese con él. ¨¡Que incomprensible es la gente!¨, pensé mientras veía la mirada perdida de aquel hombre.

Otra de las cosas que me llamó la atención, es que iba medio desnudo a pesar del intenso frio que hacía en esa mañana de invierno. Me quité mi abrigo, se lo coloqué y le pregunté si quería que le llevara a algún sitio, pero él no decía nada, solo callaba y tiritaba por el intenso frio. Yo insistía, ¨¿Quiere que le acompañe a algún sitio?, pero él, seguía sin decir nada.

Yo tenía mucha prisa, como todos los que le dijeron todo tipo de improperios, pero me sentía obligado a hacer algo, no podía dejarle allí porque sabía que podía volver a meterse en medio de la carretera. En ese momento, pasaba un coche de policía por allí, les hice varios gestos y el coche patrulla aparcó a un lado y se bajaron dos agentes de forma inmediata. Al explicarles la situación, me quedé perplejo cuando los policías me dijeron que aquello no era asunto suyo. ¨Mire, con el debido respeto, pero nosotros no estamos para cuidar de viejos que se han levantado de la cabeza¨, dijeron los agentes.

La reacción de aquellos supuestos servidores de los ciudadanos, me acrecentó mucho más la pena que empezaba a sentir por aquel hombre desvalido, con la mente perturbada, pero por el que nadie sentía la más mínima compasión. Le senté en un banco de una placita que había por allí cerca e intenté hacer de todo; Llamé a los servicios sociales, residencias de ancianos que me facilitaron para ver si era residente de alguna de ellas, de todo, pero nadie quería hacerse cargo de aquel abuelo del que nadie quería saber o no sabían nada. Finalmente llegaron los de servicios sociales del ayuntamiento. El conductor de la furgoneta se bajó y dijo algo así, ¨¡coño, otra vez él mismo de siempre. Anda que no tengo ganas de perderlo de vista!¨.

Eso fue lo definitivo, ya no puede más y arremetí contra aquellos operarios por su falta de humanidad. Tuve una tremenda trifulca con ellos y decidí que aquello no iba a quedar así, me fui al ayuntamiento y a otros organismos competentes y puse una denuncia ante lo que consideraba un atropello de sensibilidad.

No me hicieron ni puñetero caso, pero por lo menos conseguí que, por todo lo que había sucedido, aquellos operarios se pensaran para otra vez actuar de esa amanera.

Al abuelo le metieron en una residencia que sufragaba el propio consistorio, una de esas residencias de mala muerte en la que los que trabajan no tienen nunca la más mera dedicación por nada, solo les interesa hacer su trabajo de cualquier manera a sabiendas que , los que allí han ido a parar, ya tienen pocos motivos para quejarse de nada y les tratan como meras mercancías que han de poner en un sitio o en otro.

No tenía familia, eso es lo que me informaron en el ayuntamiento. Vivía en una casita de su propiedad, su mujer había muerto hacía unos meses y esa causa fue la que le hizo, según creían todos, perder la cabeza. Me enteré también que se llamaba Adolfo, que fue profesor y que al no tener hijos se quedó solo en el mundo.

Una tarde fui a verle. No es que yo sea mejor persona que el resto de la gente, pero haber vivido aquella historia de forma tan directa, me hizo reflexionar sobre muchas cosas y pensé en aquello de... ¨con la vara que midas serás medido¨.

Cuando llegué, él estaba sentado en un patio con su típica mirada ausente. Me senté al lado suyo y después de que girara la cabeza hacía mí, empezó a llorar y se me abrazó fuertemente. Con el alma despedazada por la pena, le abracé también y le dije que no se preocupara, que nadie le iba a hacer daño. Entonces me miró y me dijo, ¨Me habría encantado que hubieras sido mi hijo. Tú me has dado lo que muchos hijos no dan, cariño¨.

Ya ven, el que todos creían loco, hablaba con más cordura que nadie. Fue en ese momento cuando me dijo que lo único que quería era reunirse con su mujer, lo único que había tenido en el mundo. Esa fue la razón por la que aquel día se metió en plena carretera, para cerrar los ojos y abandonarse a lo que según él, hubiera sido la suerte en ese día, que alguien le hubiera atropellado y le hubiera quitado del mundo de las tristezas.

Con mi presencia se sitió mejor, durante mucho tiempo fui a verle cada día y eso se convirtió en una ilusión para continuar viviendo, según me dijo el mismo. Al año y medio de aquello murió. Una tarde fui a verle y una enfermera me dijo, como quien despacha pan en una panadería, que se había muerto dos días antes.

Tanto tiempo que estuve con él, para que al final no le pudiera acompañar en sus últimos momentos. El director de la residencia me dijo que dejó una carta para mí. La abrí y decía lo siguiente, ¨Sé que mi final está cerca, incluso he visto como Elena, mi mujer, ha venido a buscarme en sueños y me ha dicho que pronto estaremos juntos. Gracias por todo lo que has hecho por mí, ha sido muy importante para este pobre viejo. Ya puedes decir a todos en voz alta y clara, que este loco ha visto con total claridad y cordura las verdaderas miserias de la gente, esas miserias que derraman aquellos que nunca sienten nada por nadie, aunque hay gente como tú, que hacen que, incluso cuando uno quiere morir, la vida merezca la pena¨.

DEDICADO A TODOS ESOS ANCIANOS QUE SE SIENTEN SOLOS EN LA VIDA.

POESÍA VISUAL (parte 6ª)

LA SANGRE DERRAMADA.
Esta fotografía me hace pensar en todos aquellos que derramaron su sangre en el intento de extraer lo más rico de nuestra tierra, una tierra que ofrece lo mejor pero que también se llevó a su interior a algunos de los que quisieron profanarla buscando el sustento.
Es una imagen que parece mostrar la belleza del rico mineral, bañado por esa sangre de quienes perecieron por conquistarlo. Sin duda toda una metáfora minera. Esta tierra nos dio muchas alegrías, pero también muchos sufrimientos.


Esta fotografía, hecha de una manera casual, evoca la paz y la tranquilidad que se siente cuando todo está bajo control. El pajarillo, con la ramita en la boca, desprende un halo de sosiego que creo que mirando esta fotografía podemos entender que la vida hay que tomarla como viene, sin desesperarse, sabiendo apreciar los pocos momentos de tranquilidad que se tienen. Este pájaro que se cruzó en mi camino me enseñó que hay pequeños placeres que hay que saborear bien, y lo demás, puede esperar.



AMAR A MARÍA PREVIO PAGO (Ficción)

Cuando en tu vida se ciernen nubes negras que presagian tempestades emocionales, cuando el sol nunca se pone en el horizonte de tu día a día, cuando ese tahúr llamado destino te juega malas pasadas porque te repartió las peores cartas, cuando todo tu presente se convierte en un ritual, un espejo que siempre te arroja a los ojos las imágenes más dolorosas...

Cuando todo eso ocurre es cuando se necesita una tabla a la que agarrarse para no hundirte en el océano de las desavenencias, es cuando tienes que librar una cruenta batalla para alojar en tú cabeza la idea de seguir, de no sucumbir y descubrir que en el mundo nada se detiene, que si paras te quedarás atrás para siempre porque nadie espera, nunca nadie espera.

Es en esos momentos cuando hay que sacar todo lo que se lleva dentro y tratar de poner buena cara al mal tiempo, inventarte un anticiclón que de sol a las penumbras ya forjadas por borrascosas circunstancias, es el momento de decirte a ti mismo que hay una excusa para seguir y darte cuenta de que todo tiene su fin, y las malas rachas también pasan aunque el camino sea largo y tortuoso.

Si quieres comprobar que la vida tiene un sentido y que merece la pena has de tener entre tus brazos a María, la diosa infinita que las penas quita a golpe de besos que saben a eternidad.

Una sola caricia de María es comprobar que todo aquello que te preocupa queda en un segundo plano, que las penas pueden esperar y que el tiempo se detiene para que la alegría y las emociones se instalen en tu ser aunque sea solo por unos minutos, un corto tiempo que será como si te hubieran vuelto a parir y te transformaras en alguien diferente, alguien que cuando se vuelva a mirar al espejo denotará ese brillo especial que te hace saber y creer que has tocado el cielo con tus propias manos.

Tras un abrazo con María, aunque sea en la imaginación, un antes y un después se produce en el interior de cada cual, un hormigueo de múltiples sensaciones te embargan una vez has conseguido tenerla aunque no la hayas tenido, aunque solo la hayas imaginado en húmedos sueños que te evocan que estás vivo, que dentro de ti sigue latente esa palpitación.

María es eso, el calibrador de las emociones varias, el dispositivo que activa la autoestima de cada ser, la panacea de lo imaginable y la razón de que hace realidad lo que crees inalcanzable.

María es el sueño de todo hombre, la sumisión por dar placer recibiendo ella el placer de saberse placentera, un entendimiento distinto que te hace morir de gozo cuando ves que de gozo muere ella.

Sí, María es la excepción que rompe la regla, la forma de decir que se puede hacer lo que se hace no por haberse visto abocada a ello, sino porque quiere y así es feliz.

Con María no te vas de putas, es ella la que se va de hombres..., y encima pone el precio.

martes, 22 de noviembre de 2011

VUELVO A ESTAR EN EL CAMINO

Desde las últimas letras en este blog, escritas el pasado día 13 de noviembre, no he querido escribir nada más hasta este momento, ya que hoy, día 22 de noviembre, vuelvo a estar empuñando micrófonos y sentado en mi estudio de radio haciendo aquello que más me gusta.
Ha sido un largo camino que, si no hay sorpresas desagradables, culmina hoy. Es cierto que para la total normalidad aun queda mucho. El proceso es lento, no hay que desesperar, pero cada vez más mis pulmones se van llenando de ese aire que antes se me resistía.
En este periplo desde que se me diagnosticó el problema respiratorio del que fui intervenido, han habido momentos de querer tirar la toalla, de lloros y llantos en silencio en días de baja moral al ver que nunca llegaba el final y un sinfín de sensaciones que se acumulaban en mi mente. Fueron días en los que un diagnóstico era sustituido por otro a los pocos días, un continuo divagar que a veces ya me hacía pensar que esto no se acababa nunca. Por fin, después de muchos meses de pruebas médicas y de errores de bulto, por fin en Sevilla, en el hospital Virgen Macarena, se solucionaron todos los problemas en poco más de un mes. Tras la intervención, muchos días de matarse en un gimnasio para intentar hacerle entender a mi pulmón derecho que quiero vivir con la mayor calidad de vida posible, muchas horas de dolores tras una intervención de la que me dicen que siempre me acordaré, pero después de todo eso, tal y como ya he dicho, por fin vuelvo a sentirme como el Javier Campos de siempre. Hoy es el momento de dar las gracias a todos aquellos que me han ayudado en este camino, desde médicos y demás profesionales que me han atendido, hasta amigos y familia que han soportado conmigo los malos momentos. A todos, muchas gracias. Si hoy de verdad ya empiezo a tener una vida más o menos normal, ha sido sin duda por lo que me habéis ayudado en esta difícil carrera de obstáculos que, aunque sé que no ha terminado aun, puedo intuir que la meta está más cerca.


domingo, 13 de noviembre de 2011

MI DIOS

Hoy quiero hablar de uno de esos temas que siempre provocan todo tipo de reacciones.

Quiero hablar de un tema sobre el cual, unos dirán que he herido sensibilidades y otros dirán que he esgrimido razones poderosas, verdades como templos que, a pesar de pesares, incluso son secundadas por personas que integran asociaciones o congregaciones concernientes al asunto de mi exposición de hoy.

Por ello, sabiendo lo que podemos provocar con todo esto, quiero hablar, con el máximo respeto, de la religión y ciertas manifestaciones religiosas.

Verán, quiero partir de la base de que yo, creo en Dios. Mi fe no es la de aquellos que esbozan siempre las bondades de las prácticas religiosas, pues no soy, en absoluto, lo que podríamos llamar un cristiano practicante, pero creo en Dios. Algunos me dicen que mi manera de creer es la de un ser egoísta que se acuerda del ¨Ser Supremo¨ solo cuando el miedo le aterra en alguna situación que no puedo controlar. En cierta manera es verdad, porque aunque creo en Dios, también creo que lo hago porque a veces, en este difícil laberinto que es la vida, uno necesita en ocasiones agarrarse a algo para continuar en esta jungla. Por tanto, baste con decir que, no por egoísmo, creo a mi manera y me causa el debido respeto la existencia de Dios, pero de la misma manera que también me causa respeto el diablo, que aunque no sé si existe también, por si acaso procuro no ahondar en esos terrenos.

La razón de este esbozo de pensamientos plasmados en papel es la siguiente. De la misma manera que a mí me pueden llamar egoísta por decir que creo en Dios, aunque solo le reclame cuando solamente me queda encomendarme a la divina providencia, hay otras tesituras creyentes que a mí, no solo me parecen egoístas o que hacen un negocio del negocio de Dios, sino que rayan en la falsedad, el fanatismo y otras vertientes que, aun siendo repudiadas por la Iglesia, se propugnan desde los altares eclesiásticos u otros lugares en nombre del Todopoderoso.

A mí me enseñaron desde pequeño que Dios, ese en el que yo creo, era una persona humilde que predicó con cuatro trapos y que promovía su palabra sin condenar a quienes no le seguían o no creían en él, algo curioso si pensamos que, hoy por hoy, los jueces de la Iglesia Católica o máximos responsables, nadan en la opulencia y hasta se atreven a decir que, dependiendo de quién votes, hasta puedes ir al infierno.

El Dios que yo alimenté en mi corazón, era esa persona que nunca discriminó a nadie, que amparaba al pobre o que daba su bendición hasta a las rameras y los delincuentes porque decía…¨todos son hijos de mi Padre¨. Sin embargo la Iglesia que yo conozco, aunque si abraza a delincuentes, esos delincuentes que a ellos les interesa obviamente, aborrece a las rameras o incluso reniega de aquellos que se procesan amor pero son del mismo sexo. Estuvieron y están en contra de lo que denominan perversiones, pero nadie se acuerda de las perversiones que se han suscitados en algunos conventos en los que hasta han aparecido niños sepultados, producto del calentón divino de alguna sotana un poco más ligera de cascos y que mitigaba con rezos los abusos cometidos incluso a niños.

El Dios en el que creo es aquel que promovió la paz, que jamás encolerizó contra nadie, pues, como cuentan las escrituras, vino incluso a morir por todos nosotros. La Iglesia no muere por nadie, siempre estuvo amparando al poder y dando la bendición incluso a genocidas reconocidos de la historia, esos que mataban a millones de personas y después comulgaban el domingo ante un obispo que aclamaba sus lindezas y las hacía palabra de Dios. La Santa Madre Iglesia ha sido la institución que más gente ha mandado a los cementerios cometiendo impunes asesinatos en nombre de la divina razón. Crímenes por los que algún Papa se atrevió a pedir perdón a toro pasado y sin gozar con el beneplácito de otros cargos del clero, algo que me hace pensar que la muerte de Juan Pablo II, fue un verdadero alivio para aquellos que quieren seguir anclados en el pasado poniendo salmos disuasorios a verdades que ven la luz. Por eso quizás, tras Juan Pablo II, llegó Benedicto XVI, clérigo de los de antaño que, entre otras cosas dice salvaguardar la familia predicando que el amor familiar, el matrimonio, solo es un hombre y una mujer, que Dios era amor pero no en todos los casos.

El Dios en el que yo creo, es aquel que incluso se sonrojará de vergüenza al ver lo que algunos hacen con su imagen, la de su madre y otros santos. Insisto, si me enseñaron que Dios era bondad y humildad, ¿Quién me explica que haya pasos de semana santa cargado de todo tipo de opulencias, portando a Cristos y Vírgenes que son mecidos en tronos engalanados con joyas y oro, mientras en millones de rincones una criatura no tiene nada que echarse a la boca? Demagogo, me dirán algunos, pero para demagogia la vuestra, que os dais puñetazos en el pecho por creyentes y samaritanos y volvéis la vista ante aquella pobreza que perturba el curso de vuestras afables vidas.

En definitiva, creo en Dios. Creo a mi manera y con una filosofía muy personal que puede ser o no compartida por los demás. Sueño con el día que me toque partir de este mundo y me plante ante él, entonces podré darme cuenta de que yo tengo razón.

¡Dios os bendiga a todos, lo necesitáis!

POESÍA VISUAL (parte 5ª)

HOGAR DULCE HOGAR: ¨En ningún sitio se está mejor que en el hogar de uno¨
Esto es sin duda lo que me evoca esta foto, otra vez con la afable cigüeña como protagonista en la imagen. No hay más que mirar a esta entrañable ave para comprobar que se encuentra a gusto en su nido. De una manera confortable. ella se acomoda y sigue su vida en nuestro pueblo con nosotros. Si, no hay duda, ¿Dónde vas a estar mejor que en casita?



LA DESNUDEZ A CIERTAS EDADES. Esta foto creo que es un claro ejemplo de algo que ya hemos meniconado en otras ocasiones, la belleza de lo que envejece por el paso del tiempo. Esta flor, absolutamente desnuda, se muestra bella aun con las muescas y los rigores de una vida que ya va llegando su final. No tiene una variedad de colores importantes, solo tiene para lucir como encanto aquello poco que le queda, pero es una muestra de naturalidad que una vez más nos hace pensar que en puertas del ocaso existe la belleza.



domingo, 6 de noviembre de 2011

TURISMO, LA GRAN ASIGNATURA.

Darse una vuelta por nuestro entorno es algo indescriptible. Los paisajes que esta tierra siempre nos ofrece son algo que nunca es igual de un día para otro, ya que aunque tengamos millones de fotos de las minas, del tinto o de cualquier otro rincón, siempre son diferentes según el día, la luz, la hora, etc.

Esta tierra es un auténtico deleite para aquel que ama sobremanera el tema de la fotografía, pues la verdad es que incluso con una ¨camarita¨ de infima calidad se pueden sacar auténticas maravillas de unos parajes que parece que siempre estén posando, siempre estén maquillados con sus mejores tonos y siempre nos ofrezcan la más bella estampa.

Salir de fotografía a primeras horas de la mañana o cuando ya languidece la luz de sol es uno de los más saludables ejercicios para la mente. Los más malos humores, las penas más indigeribles, las preocupaciónes que siempre están presentes y produciéndonos llagas en el alma, se van o se minimizan cuando uno se extasia y se olvida de todo y disfruta de una visión única.

El rio tinto desde su nacimiento y durante todo su cauce, los malacates que aun lucen imperterritos al paso del tiempo, la multitud de colores de nuestra orografía, la simbiosis entre naturaleza y mina, así como otros miles de aspectos, son una herencia natural que siempre, por muchos años que pasen, por mucho que conozcamos y hayamos visto todos los rincones, siempre te sorprende, nunca deja indiferente a nadie.

Despertar cada mañana y ver a lo lejos el ¨Cerro Colorao¨ es ya una tarjeta de eterna visita que te recuerda que todo está ahí, que siempre hay algo por descubrir, siempre hay motivos que te hacen pensar que cada día vale la pena.

Vivimos en un lugar diferente al que quizás no se le ha sacado todo su potencial. Somos conscientes de lo que tenemos, puede que sí, pero de lo que no somos conscientes es de lo que se puede sacar a este decorado casi ¨Hollywoodiense¨ que perfectamente puede evocar a lugares de otros mundos.

Esta tierra ha sido motivo de millones de miradas que la han visto desde diferentes prismas. Miles de objetivos han tratado de mostrar siempre las muchas posibilidades que aquí hay en materia de reclamos publictarios, cine, documentales, investigación y demás.

Siempre se dice que aquello que te rodea siempre tiene un calado especial para las personas del entorno, que nadie mirará las cosas de un determinado lugar como la gente de ese lugar, sin embargo, yo creo que la gente de aquí, aunque valora lo que tiene, está tan acostumbrado a verlo que nada tiene que ver con la impresión de aquel que viene de fuera y por primera vez se enfrena a un paisaje sacado de otro planeta. Ese visitante o persona que no ha visto lo que aquí tenemos debería de ser nuestro mejor activo, por eso se debe de saber vender y ofrecer al mundo todo este universo que podría quitar las penas económicas que esta tierra padece. Se ha hecho muchas cosas por el turismo y por dar a conocer el tesoro paisajístico que tenemos, pero no es suficiente, no ha sido suficiente. Es encomiable el trabajo que se realiza desde algunas entidades como Fundación Riotino, pero está meridianamente claro que aun seguimos siendo el turismo del ¨bocadillo y la meada¨, tal y como en más de una ocasión se ha dicho. Vienen turistas pero casi no dejan nada a esta tierra. Llegan, visitan ciertos lugares en una mañana o una tarde, vuelven a montarse en un bus y se largan, algo que sucede quizás por el poco colaboracionismo que existe en nuestra comarca. Me parece increíble que vengan visitantes a Peña del Hierro, aquí en Nerva, y tras ver peña no se les ofrezca por ejemplo venir a ver el museo Vázquez Díaz, TOTALMENTE GRATUITO.

Tenemos grandes cosas que enseñar pero no acabamos de hacer de todo esto un filón importante, duradero y de embergadura. Siempre se habla de turismo en esta zona minera, pero ese es el problema, se habla más que se hace. En los ultimos tiempos se ha llegado a decir incluso que el tursimo y a la minería, cuando reabra sus puertas, han de ir de la mano, pero la verdad es que ni lo uno ni lo otro.

Para que el turismo sea ese bastión importante, hay también que cuidar todo eso que tenemos y mantenerlo, algo que no ha ocurrido. Ahí está el mayor símbolo de esta tierra, Corta Atalaya, inundada hasta límites alarmantes, por no hablar de joyas como pozo Alfredo, que ya se perdieron para siempre cuando su potencial era equiparable al de cualquier gruta del mundo.

El tema turístico podría sacar a esta tierra de todo problema y sufrimiento económico, pero está claro que no se acaba de hacer la apuesta definitiva.

POESÍA VISUAL (parte 4ª)

CON LA CARA LAVADA Y RECIÉN PEINADA.
Esta imagen es una muestra de coquetería que demuestra que, incluso la flor más minúscula, sabe mostrar ese orgullo que le hace parecer maravillosa. Esta pequeña flor, fotografiada por el barrio del ¨Pozo Bebé¨, es de un tamaño que casi no llama la atención, pero la forma de maquillarse la flor, con esas gotas de rocío que le refrescan y dan brillo a su mirada, la convierten en un ser majestuoso en las distancias cortas.


¨CUANDO EL ESPEJO DEVUELVE SU BELLEZA¨
Otro ejemplo de coquetería natural. Esta foto, realizada ya hace unos años, me sorprendió por muchas cosas. Son muchas las imágenes que todos tenemos de Peña del Hierro, pero esta me parece que es un inmenso espejo en el que nuestra bella tierra, con sus mil colores y su belleza de siempre, se asoma para ver si todo está bien, si luce tan guapa como siempre, una evidencia que el espejo de devuelve en forma de colorido para que sepa que está perfectamente maquillada y luce con el esplendor habitual.



REJUVENECER (¿A quien no le ha ocurrido?)

La vida tiene cosas tan sorprendentes que probablemente, esas pequeñas cosas, esas pequeñas emociones o sorpresas que no imaginas son las que hacen que nuestro paso vital por el mundo tenga una razón de ser.

Hace muy poco tiempo recuperé una amistad de hace más de 20 años y que creí que ya tenía perdida para siempre. Las nuevas tecnologías han acercado las distancias de una manera atroz, sobre todo ha posibilitado que la distancia no sea óbice para mantener un estrecho contacto entre las personas que nos importan.

Antes, cuando yo era un mozalbete y la niña que me enamoraba cada verano se iba de regreso a casa, no me quedaba más que su recuerdo y alguna que otra carta que iba y venía y que siempre nos producía ese cosquilleo especial en el estómago.

Hoy todo es diferente y el mundo se concentra en las dimensiones de la pantalla de un PC y en un clic de ratón que, de manera inmediata, te pone frente a la persona que se anhela.

Como dije antes, después de más de 20 años, después de que ambos hubiéramos perdido el rastro, yo de ella y ella de mí, por razones que no vienen a cuento, hoy puedo decir que la red de redes, como si de una red de pesca se tratara, me trajo del océano de la vida la más bella pieza que en mi anzuelo multimedia se pudiera enganchar, esa niña que robó mi corazón cuando solo tenía 17 años y la vida empezaba a darme alegrías para vivir y decepciones amorosas tan normales como el propio acné junvenil.

Un buen día, en esto de las redes sociales que a mi tan poco me gusta, me da por poner un nombre y unos apellidos y la sorpresa que me llevé fue morrocotuda, ella estaba haciendo lo mismo desde hacía bastante tiempo. Al final; Un mensaje, una contestación, un intercambio de direcciones de e-mail y es como si la vida jamás se hubiera detenido, como si hubiera retrocedido a aquellos años 80 que siempre serán inolvidables.

Recuerdos, anecdotas, alguna que otra explicación al motivo de tanto silencio durante tantos años, en fin, la vida vuelve a latir como lo hacia muchos años atrás aunque en situaciones diferentes, ya que cada uno tiene su vida y eso es inamovible, aunque es obvio que lo que antes hubiera podido ser amor ahora es amistad, complicidad y sobre todo cariño que no se puede romper.

Así es la vida, un mar que en sus distintas etapas de oleaje se lleva y te trae cosas malas o buenas, pero desde luego, cuando a tu orilla llegan algunos vestigios del más anhelado pasado incluso se nos enciende la mirada y es como si rejuveneciéramos de repente.

martes, 1 de noviembre de 2011

SENSACIONES DE UN DÍA DE RECUERDOS.

La flores marchitas, las decoloradas por el implacable paso del tiempo y los rigores del clima, son sustituidas un año más por nuevas ofrendas florales que lucen en cada lápida y cada sepultura. Es la forma de decir que no olvidamos, no dejamos de tener en nuestra mente a quienen se quedan allí, en aquel recinto, con historias y vivencias de cada uno silenciadas por la muerte, la implacable muerte que siempre, más tarde o más tenprano, más justa o injusta, siempre llega. En cada motivo, en cada reseña, se mezclan recuerdos que se agolpan en la mente de seres queridos que quedaron en vida y que tuvieron que pasar por el inmenso dolor de enterrar a alguien, una experiencia por la que todos hemos de pasar también pero para la que no hay concienciación alguna, por muchas veces que hayamos pasado por algo así, por mucho que te lleven del brazo y estén contigo, por mucho consuelo o por mucho descanso que la muerte otorgara en personas que ya la pedían a gritos. Siempre, siempre, a pesar de muy diversas circunstancias que pueden suscitarse, la muerte y tener que decir adios a alguien que significó en nuestras vidas, siempre es un ejercicio que deja huella en el cuerpo, que hace incluso envejecer de golpe. En días como el de hoy, el día de los difuntos, vemos como el mar de cruces que siempre veo, los edificios de habitantes sin vida, se mezclan con la visita de cientos y cientos de personas que vienen a estar unos minutos con aquellos que se fueron y que nos esperan en otra vida. Probablemente ese sea el único consuelo que nos queda cuando perdemos a alguien que queremos, pensar que le veremos más tarde o más temprano.

En un día como el de hoy, se me hace un nudo en la garganta cuando veo ese lugar en el que descansan los restos de aquellos que han dado sentido a mi vida. Toca llanto interno, la forma de llorar más amarga, toca retroceder en el tiempo y recordar las buenos momentos vividos, toca estremecerse al ver lápidas que nos muestran cortas vidas que acabaron antes de lo imaginado...toca pensar que todos seremos algún día lo que son aquellos que vemos en el camposanto.

DÍA DE LOS DIFUNTOS

Una vez más, este inmenso rio de recuerdos silencioso cobra un brillo especial, un aire de tumultuoso ir y venir, sensaciones y tristezas acompañadas de miradas que se cruzan, personas que hablan de personas que ya no están.

Poco o nada sale de los labios de la gente que viene a este vergel de cuerpos que se fueron para no volver más. Es un día en el que la mayor expresividad se denota de los ojos llorosos de aquel que aun no se ha acostumbrado a vivir sin quien fue su todo.

Las flores, ese preciado tesoro de diversos colores que evocan alegría, cumplen hoy una misión distinta, la de arropar y llevar el cariño de aquellos que sienten, a quienes supuestamente no sienten, pero sabemos que no nos olvidan.

Hoy todo es diferente en el huerto de las desilusiones, el hogar del que emana reposo eterno y en el que tanto desconsuelo se vierte por metro cuadrado.

Los cipreses suenan de una manera especial con el viento de la tarde, como poniendo una banda sonora que corta el silencio y mitiga los sollozos y suspiros que en ese día tanto afloran.

Hoy todos o casi todos, han venido a ver a todos o a casi todos. Son muestras de dialogo con quien no está, una forma callada de hablar sin decir nada, sobrando las palabras. Ese recinto, es una especie de museo en el que se puede contemplar como la muerte no tiene condescendencia con nadie, no es cuestión de edades ni clases sociales, porque aunque luzcan en lápidas o tumbas diferentes, todos, han ido a parar al mismo sitio y han corrido la misma suerte, la que correremos todos más tarde o más temprano.

Es el día del reencuentro con quien queremos, con quien echamos en falta, pero también es el día en el que al recorrer los distintos pasillos y galerías, se nos viene a la mente aquel o aquella que conocimos y que casi se había perdido en nuestra memoria.

Injusticias de la vida, así veo yo el hecho de que hoy, en este día, todos hayan venido, porque mañana, una vez más, la soledad será el principal argumento de este inmenso mar de cruces y flores que yace cada día con son eterno, con lóbrega monotonía que solo se corta cuando alguien llega para quedarse, para sumarse a los que allí están y saber lo que se siente cuando cierran la verja y lo percibes desde dentro.

Hoy todos están aquí, con ellos, pero mañana serán solo ellos los que estén, esperando a quien pueda venir para compartir un momento de expresivos silencios y miradas que se nublan por el dolor.

Hoy, miro todo eso que se expone delante de mí en este camposanto, sin poder dejar de pensar en el momento en el que me toque tener una visión diferente de este día, ese día en el que sea yo quien reciba a los míos un rato, para luego verles marchar sin poder abrazarlos.

Siempre que vengo aquí, al cementerio, pienso en que algún día seré lo que hoy son los que aquí están. Es ley de vida, nadie hemos venido a este mundo para quedarnos siempre. Algún día, nos traerán flores el 1 de noviembre, día de los difuntos, para después sentir aquello que decía Becker…

…¨¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!¨

ÚLTIMO FAVOR

Tras el llamado día de Halloween, otra de esas costumbres americanas que nos han metido por los ojos en este país, llegó un año más el día de todos los santos.

Yo estaba tranquilo en casa, aprovechando el día de descanso para ver una película y estar relajado, que buena falta me hacía. Mis padres habían ido al cementerio a visitar a todos los difuntos que allí tenían. Yo siempre había sido reacio a ir, tanto en ese día como cualquier otro, porque desde siempre me impresionó mucho ver las lápidas, tumbas y todo ese ambiente lóbrego que se respira en un lugar así.

De repente, cuando más tranquilo estaba en casa, sonó el timbre de la puerta y perturbó mi tranquilidad. Era un señor mayor que vestía ropas muy viejas y casi harapientas y que tenía una mirada como perdida en el tiempo.

Al preguntarle que deseaba, me contestó lo siguiente:

¨Hola hijo, yo soy un conocido de tu padre y he venido a verle porque tengo algo importante para él¨.

Yo traté de explicarle que mi padre no estaba, por lo que le insté a que se pasara más tarde o que me dijera a mí aquello tan importante que tenía que decirle, pero aquel señor se empecinó en que había venido de muy lejos y que no quería irse sin hablar con él y entregarle algo.

A pesar de mi insistencia, no tuve más remedio que hacerle pasar para que esperara a mi padre, por lo que ya imaginarán que lo de la película y la tranquilidad se fue al garete.

Aquel hombre se sentó en el salón mientras yo aproveché para recoger un poco todos los trastos que tenía por medio y demás.

Ese hombre de mirada extraña, me evocaba... no sé, cierta paz. Su forma de permanecer quieto y ese silencio tan expresivo me inspiraban ternura, confianza, aunque no sabía la razón.

Trate de hablar con él para que la espera le fuera más agradable.

¨¿Así que conoce usted a mi padre no?, le dije intentando buscar algo de conversación.

¨Si, le conozco mucho además, porque tu padre ha sido una persona importante en mi vida por muchas razones¨, me dijo él.

Poco a poco fuimos hablando y aquel señor me contó cosas maravillosas de otros tiempos en los que pasó muchas penalidades para sacar toda una familia adelante.

A medida que iba hablando, yo me iba quedando embelesado con sus palabras, porque cada frase que decía, era para mí como un bálsamo que me inspiraba tranquilidad.

Muy poco tiempo me hizo falta para saber que, aunque había renunciado a la tranquilidad de ver mi película de cine, aquella conversación era mucho mejor.

Había pasado más de una hora y mi padre no volvía del cementerio. Viendo que tardaba, le dije a aquel señor si quería tomar algo, pero me dijo que no, que estaba bien así.

De repente le pregunté sobre aquella razón que quería darle a mi padre.

Él señor me contestó lo siguiente:

¨No, no es nada importante, es simplemente una cuestión que quiero pedirle, un favor que sé que él puede hacerme y que no le costará mucho, simplemente es esta carta que quiero darle¨, dijo mientras me enseñaba el sobre en el que guardaba con celo la petición que quería hacerle a mi padre.

Como vi que no quería dar más detalles, pensé que se trataba de algo personal, por lo que no insistí en el tema.

En ese preciso instante, sonó el timbre de la puerta, algo que hizo conmover a ese hombre. Yo salí corriendo para abrir la puerta, y... cual fue mi sorpresa cuando, después de decirle por el pasillo a mi padre que un hombre le aguardaba en casa, comprobé al llegar al salón que aquel hombre había desaparecido. Yo me quedé sin palabras, no acababa de asimilar que aquel señor que había estado conmigo en la tarde, hubiera desaparecido como por arte de magia. Le busqué en todas las dependencias de la casa pero ni rastro, era como si se hubiera esfumado por arte de magia.

Mis padres no daban crédito a lo que les estaba contando, pensaban que era alguna broma, pero cuando yo me puse a decir en serio y de forma categórica que un hombre había estado allí para hablar con mi padre, empezaron a creer que me pasaba algo, que tenía alguna especie de delirio o locura por alguna razón.

En el intento de calmarnos, mi padre me preguntó que como era aquel hombre.

Cuando yo empecé a describir como era aquel señor, mi padre esbozó una frase que, unida a lo que había ocurrido, hizo que un gran escalofrío se apoderara de mí.

La frase fue, ¨Hijo mío, esa descripción que me das es algo que me deja fuera de juego, porque con esas características y que yo conozca de tiempo atrás, solo me hace pensar en tu abuelo, mi padre, que murió cuando tú eras un niño de mantilla.¨

Aquello me hizo estremecer, pero pensaba que debería haber algo que aportara lógica a todo esto. En ese momento, mientras seguía hablando de forma acalorada con mis padres, vi algo blanco en el suelo. Sin pensarlo recordé... ¨La carta, él dijo que quería darte una carta y esa va a ser¨.

Salí corriendo y…efectivamente, allí estaba la carta. En el sobre había un nombre escrito, Prudencio González Castellano. Efectivamente era el nombre y apellidos de mi abuelo, el padre de mi padre.

En ese momento, mi padre me sorprendió con una frase que no esperaba y que me hizo perder el control. ¨Mira, si esto es una broma por ser el día de los difuntos no tiene gracia, pues vengo de pasar un mal rato en el cementerio.¨

Aquello me hizo enfadar mucho, tanto que a mi padre no le quedó ninguna duda de que no estaba bromeando. Finalmente, con mucho sigilo, mi padre abrió la carta, la cual decía algo así:

¨Querido hijo, lo primero que quiero pedirte es que no te asustes, pues yo nunca querría hacerte ningún daño, ni a ti, ni a nadie de tu familia, pues la considero la mía.

Ha sido encantador conocer al nieto que nunca pudo conocerme a mí, ha sido muy emocionante, nunca olvidaré este día.

El verdadero motivo de esta carta, es decirte que, como bien sabes, por cuestiones de la vida, tu madre está enterrada lejos de mí. Ella murió en aquel pueblo al que fuimos a parar por cuestiones de trabajo cuando tú no tenías más que 16 años. Por cuestiones económicas, no puede traerla aquí y aunque nunca fui capaz de pedirte dinero para traerla, hoy quiero que hagas algo, por ello te escribo estas letras plasmadas desde el dolor de no tenerla a mi lado. Solo te pido eso, que la traigas conmigo para que, de una vez por todas, podamos descansar en paz y juntos¨

Mi padre casi no pudo terminar de leer aquel papel y aunque aquello era difícil de asimilar, no le dio más vueltas, pues para él no había duda de que aquella era la letra y la firma de su padre, mi abuelo.

A primera hora del día siguiente, mi padre y yo, salimos a resolver aquel asunto del traslado de mi abuela. Tras algunas semanas y muchos papeles que hubo que mover, mi abuela Elisa, hoy por hoy, reposa con mi abuelo.

Jamás podré olvidar aquel momento en el que tuve, a escaso metro y medio de mí, a la persona que nunca pude conocer. Ahora comprendo porque, aunque yo no sabía que era mi abuelo, me inspiró tanta ternura. Desde aquel día noté en mi habitación que me faltaba una foto mía, pero las dudas se resolvieron cuando, al abrir el ataúd de mi abuelo para depositar los restos de mi abuela, pudimos comprobar que aquella foto estaba allí, dentro del ataúd. Ahora pienso que mi abuelo cogió aquella foto para que mi abuela, que murió cuando yo no había nacido, me conozca también. Nunca olvidaremos aquel día de los difuntos, porque fue el día en el que pudimos saber que las personas, nunca mueren del todo, por eso deben estar siempre en nuestra mente.

Ahora he perdido ese recelo a ir al cementerio, tanto es así que no necesito que llegue el día en el que honramos a nuestros muertos, siempre que puedo y tengo un rato, me voy al camposanto a charlar con mis abuelos, esas personas que han cambiado mi vida.