La vida tiene cosas tan sorprendentes que probablemente, esas pequeñas cosas, esas pequeñas emociones o sorpresas que no imaginas son las que hacen que nuestro paso vital por el mundo tenga una razón de ser.
Hace muy poco tiempo recuperé una amistad de hace más de 20 años y que creí que ya tenía perdida para siempre. Las nuevas tecnologías han acercado las distancias de una manera atroz, sobre todo ha posibilitado que la distancia no sea óbice para mantener un estrecho contacto entre las personas que nos importan.
Antes, cuando yo era un mozalbete y la niña que me enamoraba cada verano se iba de regreso a casa, no me quedaba más que su recuerdo y alguna que otra carta que iba y venía y que siempre nos producía ese cosquilleo especial en el estómago.
Hoy todo es diferente y el mundo se concentra en las dimensiones de la pantalla de un PC y en un clic de ratón que, de manera inmediata, te pone frente a la persona que se anhela.
Como dije antes, después de más de 20 años, después de que ambos hubiéramos perdido el rastro, yo de ella y ella de mí, por razones que no vienen a cuento, hoy puedo decir que la red de redes, como si de una red de pesca se tratara, me trajo del océano de la vida la más bella pieza que en mi anzuelo multimedia se pudiera enganchar, esa niña que robó mi corazón cuando solo tenía 17 años y la vida empezaba a darme alegrías para vivir y decepciones amorosas tan normales como el propio acné junvenil.
Un buen día, en esto de las redes sociales que a mi tan poco me gusta, me da por poner un nombre y unos apellidos y la sorpresa que me llevé fue morrocotuda, ella estaba haciendo lo mismo desde hacía bastante tiempo. Al final; Un mensaje, una contestación, un intercambio de direcciones de e-mail y es como si la vida jamás se hubiera detenido, como si hubiera retrocedido a aquellos años 80 que siempre serán inolvidables.
Recuerdos, anecdotas, alguna que otra explicación al motivo de tanto silencio durante tantos años, en fin, la vida vuelve a latir como lo hacia muchos años atrás aunque en situaciones diferentes, ya que cada uno tiene su vida y eso es inamovible, aunque es obvio que lo que antes hubiera podido ser amor ahora es amistad, complicidad y sobre todo cariño que no se puede romper.
Así es la vida, un mar que en sus distintas etapas de oleaje se lleva y te trae cosas malas o buenas, pero desde luego, cuando a tu orilla llegan algunos vestigios del más anhelado pasado incluso se nos enciende la mirada y es como si rejuveneciéramos de repente.
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