martes, 6 de diciembre de 2011

LA FLOR ABIERTA (Ficción)


Desde que he conocido a María, mi vida ha cambiado de forma vertiginosa y me he convertido en otra persona, una que se ha dado cuenta de que siente y padece, que no está inerte en este mundo de continuas bofetadas del que pensaba que me había caído para siempre.

María, de la forma más sutil y delicada pero dejando a las claras, las claras aptitudes de una mujer para hacer que olvides a otra, ha conseguido que de mi cabeza se alejen fantasmas cotidianos y esa idea de que todo lo que hago está mal y por ello siempre tengo que mostrarme como lo que no soy, callando sentimientos y haciendo ver que no se puede continuar en la vida sin la persona de la que un día te enamoraste.

No, no es así, nada es para siempre y no hay que aguantar con algo que ha salido mal y no darte otra oportunidad. La vida son oportunidades continuas, trenes que vienen y van con cien mil destinos, no hay que esperar el eterno tren que apartó su dirección de tu corazón, hay que buscar otro que sepa llevarte de nuevo a la estación de la felicidad, y si tampoco es para siempre, bastará con coger otro y seguir viajando por los avatares de la vida sin renunciar a nada, sin perder un solo billete que te pueda aportar lo que necesitas aunque sea de forma efímera.

Así es María, la diosa en la tierra que te inyecta vida en la sangre sólo con dedicarte unas letras, sólo con ver una de sus muchas imágenes sensuales y diferentes, sólo con que se cruce en tu camino. Hasta el más puritano que crea que el amor es coto de enamorados y ha de ser con personas que se amen y siempre estén juntas, pensaría de forma diferente al conocer a María, mujer que te rompe el corazón pero sabiendo que nada es para siempre, que nunca va a estar contigo de forma definitiva, pero que cuando la puedas tener en tus brazos aunque sean solo 5 minutos, te darás cuenta de que nada más grande ni más duradero habrá jamás en tu vida.

María no te jura amor pero ni falta que hace, ella es lo que es, una rosa que se abre cuando le apetece y con quien le apetece, una flor que aunque jamás olvide a su jardinero, siempre se mostrará inhiesta y bella para quien la quiera contemplar, quien la quiera disfrutar, aquel que entienda de disfrutes del momento sin arrancarla de sus raíces.

María es volcán, llama ardiente que se enciende con mirarla, entrega absoluta por amor a hacer el amor y no renunciar al placer, eso que tanto nos gusta y que no tiene ningún patrón a seguir y que es espontaneo y puede estar en todas partes.

María fuente de vida, demostración del saber gozar de cada minuto que el tiempo ofrece. María morbo infinito, si Dios te hubiera conocido, no habría tenido que inventar aquello de…¨Por obra del espíritu santo.¨

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