viernes, 20 de enero de 2012
SE MUERE SOLA
Inmensa y grandiosa, como un gigante que tras una longeva vida, ahora se muere en solitario ante los ojos de aquellos que la idolatraron, aquellos que la maldicieron por tragarse a sus seres queridos, aquellos que vieron en ella la eterna gallina de los huevos de oro que sembraba de riquezas sus vidas.
Ahora se muere sola, el gran símbolo de todos, el logotipo de lo que representa una forma de vida sepultada o encomendada en los interiores de una tierra que derramó lo mejor de sus entrañas para que fuera el pan de muchos, se muere sola. Ella ofrecía pan ganado a fuerza de pico y pala, a fuerza de pulmones quebrantados por el esfuerzo y las inmundas maneras de hacer saltar las tripas de la mina.
Se muere sola y nadie quiere ver que con ella se muere el significado de nuestros ancestros, que con ella se borrará también el esfuerzo de aquellos que con sus propias manos fueron perfilando esas impresionantes huellas que escapan a la realidad de lo inmenso.
Era y es tan grande que, como todo aquello fuerte y con genio, se resiste a morir. Ella sabe que aun en sus peores momentos sigue siendo la que deja boquiabiertos a todos, la que más adjetivos de admiración recibe, la que siempre es plasmada por fotógrafos, pintores, poetas, escritores.
Su indomable temperamento la hace lucir bella incluso cuando ya el olvido y el paso del tiempo han hecho huellas que jamás podrán repararse. En su seno todo parece inhóspito, a la vez de ínfimo, nimio. Lo más grande que podamos imaginar se hace nada ante la presencia de un coloso que lo fue todo y ahora es hachazo del pasado.
El agua que cada día la inunda más, parece como si fuera el telón que cierra definitivamente lo que fue la actividad de este lugar que todos llevamos en nuestra mente. El telón la cubre cada vez más, aun así, su hermosura sigue siendo admirable, su imagen sigue evocando la grandeza de otros tiempos no tan lejanos.
El agua roja que tanto significa por estas tierras, es sin embargo quien está absorbiendo la majestusosidad de este ser que emerge ante nuestros ojos con colores que son la evidencia de que se resiste, pues parecen venas señaladas por los impresionantes esfuerzos para no morir.
Corta Atalaya, imagen que muestra la firma de los hombres de esta tierra, esos que profundizaron en cada metro en algo más que en la búsqueda de minerales, los que profundizaron y esculpieron a golpe de corazón la más grande de nuestras tarjetas de visita. Los hombres hicieron a Corta Atalaya, y algunos hombres son los que la han olvidado sin pensar que... no tenerla, no sentirla y verla en todo su esplendor es haber perdido nuestra propia seña de identidad.
NOTA: La foto que se muestra es de Antonio Romero. Esa imagen es la que me inspiró hacer este escrito. ¡Gracias Antonio!
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