Ya todo pasó pero quedan las heridas y las huellas imborrables del dolor sufrido.
Ya todo terminó pero queda la pena de haber perdido todo aquello por lo que luchó hasta el último minuto.
Ya nada será igual pero los cambios no son siempre positivos, son también dramáticos. No es fácil romper con una estructura de vida y encontrarse en tierra de nadie, a merced de lo que puedan hacer por ti, si es que alguien hace algo.
Ella aun recuerda las palizas, los insultos y las mil y una veces que juró matarla pero también recuerda que tenía un hogar del que tuvo que salir corriendo sabiendo que quizás ya nunca podrá volver. Ella recuerda que sus hijos tenían un lecho en el que dormir cada noche y ahora lo hacen en cama extraña, en cama que comparten con más niños que han vivido su misma suerte.
Ella recuerda muchas noches de insomnio por temor a que cuando el llegara le hiciera un daño irreparable, se hubiera abandonado a su suerte y se habría dejado matar, pero teniendo hijos, lo único que puedes hacer es capear el temporal y que ellos sufran lo menos posible. Ahora ella sigue sin poder dormir, pensando en que ocurrirá mañana, de que van a vivir, cómo saldrán adelante en un mundo en el que nadie tiene la más mínima comprensión con nadie. Piensa que si mañana el vuelve, igual agacha la cabeza y vuelve al lugar del que sabe que algún día saldrá con los pies por delante.
Cada media hora se levanta de la cama de aquella casa de acogida que es tan dura y que para ella es tan extraña que acentúa mucho más sus mil dolores, busca la habitación en la que están sus hijos, les ve dormir y piensa si habrá hecho bien en escapar o si debería volver y sacrificarse por ellos. En medio de la aparente tranquilidad de la noche se cruza con otra mujer con el alma señalada. ¡No soy la única! Piensa cuando la mira, ¨Has hecho bien, ya verás que todo se arregla¨, le dice aquella señora que parece conocer también lo que se siente en una noche como esta. Entablan conversación y las palabras de aquella residente van siendo como un bálsamo para la recién llegada.
A medida que hablan los ojos de la nueva se iluminan porque por primera vez piensa que hay otro mundo mejor, que no está sola, que aquellas que vivieron un calvario semejante le tenderán una mano. Por fin logra dormir un poco después de tanta tensión. Sus ojos abultados por los golpes se van cerrando y su mente va recreando un mundo mejor para ella y para sus hijos, hasta que finalmente se abandona en los brazos de Morfeo porque sabe que esta noche no habrá de dormir con un ojo abierto, esta noche ella y sus hijos están a salvo de un malnacido que, cual criminal sin escrúpulos, les ha robado la felicidad a golpes. Cuando por fin duerme, la otra mujer, la que se cruzó en el pasillo y le contó su experiencia la arropa y le dice…¨tranquila, mañana saldrá el sol de nuevo y juntas saldremos de la cueva del miedo.¨
Javier Campos
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