El 1 de mayo hemos vuelto a celebrar el
día del trabajo, algo que en los tiempos que corren puede tener varias lecturas
bien distintas.
La primera de ellas podría ser una
pregunta que lanzáramos al aire. ¿Con 5.639.000 desempleados se puede festejar
el día del trabajo? Obviamente habrá muchas personas entre esos más de 5
millones de parados que habrán pensado que es una ironía que mientras ellos no
tienen trabajo y mientras hay más de un millón y medio de familias con todos los miembros sin
trabajo, los que tienen un empleo lo festejen sin trabajar.
Claro, pensar que festejar el día del trabajo es una injuria
para los que no tienen un sustento que llevar a casa es una muestra clara de
demagogia, pero como siempre digo con ciertos temas, no porque algo sea tachado
de demagógico quiere decir que no sea verdad lo que se dice.
Otra de las lecturas que se pueden
hacer, bien diferentes por cierto, es
precisamente que con esas cifras de paro que ahora tenemos pues es verdad que
tener un trabajo, o que haya españoles
que tengan trabajo es para montar una
fiesta casi eterna, pues trabajar hoy día es un privilegio que
desafortunadamente no todo el mundo tiene. Además, está claro que la fiesta del
día del trabajo siempre tiene un carácter reivindicativo, más aun en los
citados tiempos que corren, con manifestaciones por todo el país que reclaman,
no solo trabajo, sino que no se pierdan ciertos derechos laborales que costaron
años conseguir y que ahora puede defenestrar el gobierno actual gracias a la
mayoría absoluta.
Este día 1 de mayo ha llegado en un
momento álgido. Además de las noticias que ya sabemos sobre el paro en la
actualidad, se habla de que no será hasta pasado el año 2014 cuando se empiece
a crear algo de empleo, pudiéndose llegar en próximas fechas incluso a superar
la cifra de los 6.000.000 de almas sin trabajo, 12.000.000 de brazos cruzados y millones de historias de
poner la piel de gallina.
Por tanto, este 1 de mayo habrá tenido
una resonancia especial en muchos sentidos, pero lo que verdaderamente es de
sentido común es que a pesar de tanta reforma y apretones de cinturón como nos
están imponiendo, la situación es dramática para mucha gente que vive
situaciones límite. Siento impotencia cuando oigo decir a los señores del
gobierno que habrá que seguir haciendo esfuerzos. ¿Más esfuerzos?
Quizás, y ahora soy yo el demagogo, haya
que reducir el número de políticos cobrando sueldos de lujo y cobrando
pensiones de por vida por apenas 7 años de ejercer la vida pública, aunque su
trabajo haya servido para destrozar a un país, región, ciudad o pueblo. Ya está
bien de que algunos nos digan que hemos de ser solidarios y comer menos
mientras a ellos no les falta de nada. Se pierde empleo al mismo ritmo que se
venía perdiendo y la situación va hacia ese abismo que antes nombraban los que
ahora gobiernan. ¿En qué ha cambiado la situación? En nada, seguimos igual o
peor.
Los bancos son los que tienen a la gente
cogida por el cuello y sin embargo se les insufla dinero público. ¿Qué
beneficio obtiene el ciudadano por el hecho de que se rescate un banco con
dinero de todos? Ninguno, absolutamente ninguno, pero hay que claudicar de la
misma manera que toca claudicar cuando te dicen otras muchas cosas que son
atentados contra los derechos de la gente.
Hay que apretarse el cinturón aunque ya
no se puedan hacer más agujeros para apretarte más, pero eso a nadie le
importa. Nos seguirán diciendo que las reformas son positivas aunque el único
positivismo de todo esto sea el que encuentren aquellos que ahora ven que en tiempos
de crisis el rico es más rico y el pobre llega a ser una rata de cloaca.
El 1 de mayo fue el día del trabajo, un
día marcado precisamente por la grave situación de falta de empleo. ¡Qué
ironía!
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