¨ ¿De qué estas hecho viejo amigo?¨,
preguntaba el viento al malacate de ¨Pozo Rotilio¨.
¨Estoy hecho de esencia minera,
impregnado de la valentía de aquellos que a través de mi bajaron superando sus
miedos para ganarse el pan bajo las entrañas de la tierra. Estoy hecho de
recuerdos imborrables que se guardarán en las páginas que han de contar las mejores épocas de este lugar, por eso soy
fuerte, porque tengo orgullo que me hace
lucir imbatible ante ti, amigo viento¨.
¨ ¿Y nunca has pensado que te puedo
hacer caer un día?¨, esgrimió el viento.
¨No podrás, ya sabes que no podrás, pues
mi estructura, aunque parece esquelética y endémica sigue siendo ese espíritu
férreo y fuerte que durante años y años nunca mostró el más mínimo signo de
debilidad. Siempre fui trabajador honesto que nunca olvidó su misión, llevar
corazones al abismo y sacarlos después para que pudieran irse a casa con la
satisfacción del deber cumplido. Nadie lo sabe, pero cada hombre que bajé y
subí era la razón de mi existencia, les cuidé como quien cuida a lo más
querido. Nunca olvidaba a quien dejaba dentro y siempre esperaba ver al día
siguiente a quien sacaba. Ese honor,
amigo viento, me hace seguir en pie, pues aun, muchos de aquellos con los que
tuve oportunidad de compartir alegrías y fatigas, vienen a verme y me hablan,
sé que me hablan aunque no digan nada, porque en el silencio que solo se corta
por tu presencia, amigo viento, oigo los latidos de sus corazones que aun se
aceleran cuando me ven¨.
¨Pero estás condenado a morir solo y
olvidado. No siempre van a vivir esos pocos que vienen a verte y que aun
piensan en lo que fuiste¨, espeto el viento con voz entrecortada por la emoción
de ver a su orgulloso amigo.
¨Soy una malacate minero, ¿Crees que me
importa la muerte? Ya hace mucho que acabaron conmigo. Mira amigo viento, todo
lo que aun ves a tu alrededor, todas esas ruinas de útiles mineros por las que
deambulas cada día, hubieran podido dar mucho más aun, hubieran servido para
lucir con esplendor ante la mirada de visitantes de otros lugares que quisieran
conocer nuestra historia. Pero no se ha hecho nada amigo viento. Nadie nos ha cuidado
y si estamos aun en pie es por orgullo, por casta, porque un minero no deja de
serlo nunca y nunca dobla las rodillas. No me importa morir amigo viento, no me
importa en absoluto, más me asusta y me duele el olvido.
Y el viento, empezó a moverse a modo de remolino
como abrazando al viejo malacate, aireando con cariño y celo toda la estructura
del coloso.
¨Tranquilo malacate, yo llevaré tu historia
por todos los rincones y me encargaré de pelear para que otros malos vientos se
vayan de esta tierra. Yo vendré siempre a verte también y mi silbido y el
sonido de tu estructura cuando se mueve grácil y fuerte será nuestra
conversación de cada día. Juntos veremos caer los años amigo malacate y si un
día te fallan las fuerzas yo estaré ahí
para soplar fuerte y mantenerte erguido¨
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