sábado, 24 de diciembre de 2011
NIÑOS SON TODOS.
Cada vez que llega el mes de enero, sobre todo ese día mágico de los Reyes, que pone punto final a la navidad, pero que colma de ilusiones a los más pequeños, me gusta permanecer en aquellos lugares como plazas o parques donde se ve a los niños disfrutando de todo aquello que sus majestades, los de oriente, les han traído.
Es un día especial por muchas razones, son muchas las imágenes que se pueden apreciar en ese día en el que los ¨peques¨ son especiales protagonistas en muchos sentidos.
También se pueden ver escenas doloras, como comprobar que los niños no son más que el reflejo de lo que han visto o mamado en sus casas. Por eso me gusta ese día, porque disfruto y también aprendo de lo que no debo hacer cuando tenga hijos.
En la mañana del 6 de enero puede verse, desde el niño que disfruta cuando algún otro se fija en sus juguetes y quiere jugar con él, hasta aquel que poco menos que esconde sus regalos en el regazo de sus madres para ir a potrear los juguetes de los demás y que no se rompan los suyos.
Es el día en el que los niños juegan con otros niños, pero también está presente la mirada vigilante de sus progenitores, aquellos que les dicen con que niños pueden jugar y con quienes no.
En momentos como ese me lleno de recuerdos cuando retrocedo atrás en el tiempo y pienso en aquel juguete que, hoy casi no tendría valor, pero que disfruté hasta la saciedad porque me lo trajeron los ¨Reyes¨, esos magos que eran mis padres y que, con grandes sacrificios me compraban algo para que en ese día, a pesar de las estrecheces económicas, pudiera reír y decir a todos que a mí también me habían traído algo por ser bueno.
Hoy todo es diferente, los niños amanecen cargados de cosas. Los padres piensan que son mejores, o que sus niños son más felices por amanecer con innumerables presentes que abandonan al poco. Antaño cuando veías ese juguete, el único que te tocaba, era el más preciado tesoro y lo cuidabas y valorabas.
Sin embargo, por mucho que hayan cambiado los tiempos sigue habiendo cosas que hacen que este día no sea plenamente especial para todos los niños.
En una de las ocasiones en las que estaba presente cuando los niños jugaban, observé algo que me conmovió y me hizo reflexionar sobre muchas cosas. En el banco de al lado de la plazoleta en la que me encontraba, había un niño con la mirada clavada en los juguetes de los demás, pero no jugaba con nadie ni decía nada. Sus ojos reflejaban al mismo tiempo sensaciones distintas. Por un lado, daba la impresión de sentirse triste en un día, como muchos otros 6 de enero supongo, donde nadie se había acordado de él. Por otra parte, se denotaba cierta madurez a pesar de sus pocos años y su mirada destilaba una cierta resignación al saberse en inferiores condiciones que el resto de niños y habiendo tenido que crecer antes de tiempo y comprender que lo de los Reyes, es un cuento que sus padres no se pueden permitir. Como quien no quiere la cosa me acerqué donde estaba sentado y traté de sacarle algo de conversación.
¨¿Tú no juegas?¨, le dije, pero él solamente me miró y me hizo un gesto con la cara, mitad indiferencia y mitad puchero. No quise hablarle más, pensé que ya era bastante duro no tener ningún regalo que abrir en ese día, por lo que no quise darle la tabarra con mi talante de improvisado samaritano. Cuando ya iba a marcharme, me llevé una sorpresa. Aquel chaval de unos 7 años me dijo, ¨¿A tus hijos les han traído muchas cosas?¨, a lo que con un nudo en la garganta dije, ¨No tengo hijos, pero si los tuviera, algo les habrían traído supongo¨. En ese instante el chiquillo puso rostro compungido y me argumentó lo siguiente, ¨¡Que pena!, si hubieras tenido hijos, creo que tú si me hubieras dejado jugar con ellos¨. Al escuchar las palabras entrecortadas de aquel chaval me di cuenta de muchas cosas que yo no puedo cambiar, pero que no está mal señalar por si se remueven las conciencias. Le miré a él y después miré a los padres y madres que en aquella plaza estaban. No me hizo falta más para comprender que aquel chico, no solo era un infortunado que había nacido en una humilde familia que no podía permitirse un juguete para él, sino que además era una clara victima de las conciencias de algunos padres que piensan que sus hijos no deben rozarse con niños de vestimentas más humildes y churretes de varios días en los mofletes. Aquel ángel caído me contó que intentó jugar con otros niños, pero que algunos padres, cuando tocaba el juguete de sus hijos le decían algo como, ¨Anda vete de aquí, que ya se cuáles son tus intenciones¨.
Por todo aquello, ese niño era el más herido en el día por excelencia de los niños. El destino y sus caprichos le privaba de poder jugar, pero además le privaba de jugar, aunque fuera un rato, con lo que él nunca tendría ni en sueños. ¿Creen que el chico podría creer en la magia de los Reyes Magos?¨.
Casi con lágrimas en los ojos salí de aquel lugar en el que tanta injusticia se concentraba por metro cuadrado, asqueado por tanta incomprensión con un pobre niño al que no daban la más mínima oportunidad de comportarse como tal.
En la misma tarde de aquel 6 de enero, volví a aquella plaza y el niño no estaba. Pregunté a algunos padres por él y me dijeron que no había venido, pero tras insistir conseguí que alguien me dijera por donde vivía. Llegué a la casa que me indicaron, rápidamente pude percatarme de la misma por lo humilde de la fachada. Saqué de mi coche un bicicleta que había comprado y tras dejarla apoyada en la puerta, llamé y me fui corriendo. Al día siguiente aquel chico estaba con su bici en la plaza, me acerqué a él y rápidamente vino a enseñármela diciéndome que los Reyes, que habrían llegado tarde, se la dejaron en su puerta.
Estuve media hora contemplándole y en ese tiempo, oí a algunos padres insinuar que se la habría robado a alguien, pero aquel niño le dio a todos una bofetada sin manos, porque a pesar del dolor que a él le causaron, le prestó a todos los demás niños su bici a pesar de la insistencia de los padres para que no jugasen con él. Poco después me fui con la satisfacción de que aquel niño, habría vuelto a creer en los Reyes Magos de oriente y... con un solo regalo, era el ser más feliz de aquella plaza.
NAVIDAD SIN LUCÍA (Ficción que muestra una navidad diferente)
Se avecinaban las malditas navidades que tanto daño me hacen y que ese año serían especialmente crueles. A medida que se aproximaban esas fechas pensaba en lo mismo, ¨ojalá pudiera dormirme el 2 de diciembre y despertar el 10 de enero para evitar este ambiente navideño que tanto se clava en el corazón de quienes vivimos otra navidad, una en la que siempre falta alguien que sabes que nunca va a volver.¨
Además de la pena que supone no tener a los que quieres en ese mes, también se acentuaba mi odio por la navidad desde que perdí el trabajo un par de meses antes de aquel maldito diciembre. Luché mucho por lo que hasta hacía poco había sido mi puesto de trabajo, pero por motivos de una terrible depresión que no pude superar tras la pérdida de mi hija pequeña, hubo un malnacido, mi jefe, que sin recordar todo lo que llevaba realizado por la empresa me despidió sin la más mínima acritud, sin concederme ni tan siquiera la posibilidad de recuperarme poco a poco.
Lucía, mi niña, había contraído una grave enfermedad y no se pudo hacer nada. Aun hoy no llego a entender que no pueda oír sus gritos cuando abro la puerta de casa. Han sido momentos terribles, por eso mi odio a la navidad, que siempre ha estado patente, se convirtió en una llaga que me destrozaba el alma, pues créanme, me moría de miedo solo de pensar que cuando saliera a la calle el 6 de enero, no habría una pequeña rubia con coletas de traviesa jugando en la calle y con una sonrisa de oreja a oreja.
Mi mujer estaba destrozada también pero, aunque fuera delante de mí y de nuestro otro hijo, Álvaro, parecía que lo llevaba mejor. Yo sabía que se estaba dejando la vida en cada sonrisa que sacaba para que no nos hundiéramos más, pero en el silencio de la noche la oía levantarse y llorar hasta reventar en el cuarto de baño, así un día y otro.
Nuestras vidas cambiaron de repente, casi sin tiempo para asimilar todo lo que había pasado, por ello, inconscientemente, había veces que me paraba delante de algún kiosco para comprar el recortable que a Lucia tanto le gustaba.
Y llegó la navidad, la dolorosa navidad que no nos iba a permitir que lloráramos en voz alta porque había que poner buena cara para que nuestro hijo no se hundiera también siendo un chaval de 8 años. Era difícil sacar una sonrisa de donde no la había, poner buena cara a un mal tiempo que parecía eterno, recorrer escaparates con Álvaro pero sin oír a Lucia, que en esas fechas se le antojaba todo cuanto veía.
Pusimos el árbol de navidad y las lágrimas nos ahogaban a todos, a Álvaro también, porque aunque hacíamos todo lo posible por hacerle más feliz la estancia, sabía lo que se sentía al dormir solo y ver la cama de su hermana vacía. Muchas noches se levantaba y sin decir nada se metía en nuestra cama. En ese momento es cuando nosotros silenciábamos nuestras lágrimas para oír las suyas, un dolor que se callaba para acoger a otro dolor, penas y sentimientos que no podías gritar para que no se desgarrara la pena de un niño que no sabía dónde ampararse desde que le faltaba un trozo de su corazón.
La nochebuena llegó. Es la noche en la que hasta el nombre, ¨nochebuena¨, parece una ironía. Ninguno quisimos estar con la familia en ese día, nos quedamos los tres juntos sentados en nuestra mesa. Le dijimos a Álvaro que se fuera con sus primos, pero por más que insistimos no quiso irse, sabía que de haberse ido nos habríamos muerto de tristeza su madre y yo. Comimos lo de siempre, ninguno habíamos pensado en nada especial para esa noche, y aunque mamá sacó algunos dulces comprados para engañar a las almas, todos se quedaron en el plato, no era la noche idónea para endulzar la amargura que llevábamos dentro.
Así, los tres juntos, sin decirnos nada pero entendiendo todos lo que cada uno sufría, pasamos esos días, solo faltaba la noche y día posterior de la venida de los Reyes Magos de Oriente.
Álvaro nos dejó hace unos días antes la carta que le iba a enviar a sus majestades y aunque había pedido pocas cosas, pensábamos que ese día, al ver los juguetes se pondría más animado, aunque estaba muy claro que tampoco para él iba a ser fácil no escuchar los gritos emocionados de su hermana.
La tarde de la cabalgata fue especialmente dolorosa. Al llegar a la zona del centro, fuimos a comprar unos pasteles. Allí estábamos, ante la inmensa vitrina de la pastelería ambulante, sin querer mirar ninguno la bandeja de los palos de nata, ese dulce que había que comprarle primero a Lucía para que nos dejará comprar tranquilos a los demás.
Álvaro nos miraba y sonreía mientras pasaban las carrozas, pero no se agachó a coger ningún caramelo, quizás recordaba que cuando lo hacía, venía su hermana y se los quitaba.
Las 12.00 de la noche. Álvaro se fue a dormir aunque sin la ilusión de otros años. Haciendo de tripas corazón y pensando en él, su madre yo nos levantamos para ponerle algunos regalos en el árbol de navidad, pero ambos nos llevamos una gran sorpresa cuando vimos que Álvaro estaba allí, se había levantado para para dejar junto al árbol una carta que decía así:
¨Querido Reyes magos, espero que no sea muy tarde ya, pero quiero que los juguetes me los cambiéis por algo que me hace más ilusión. No le he querido decir nada a mis papás para darles una sorpresa, pero quiero que me traigáis a mi hermana Lucía, pues desde que no está, no tengo ilusión por nada y ellos están muy tristes. Cambio todos los juguetes del mundo por volver a tener a mi hermanita.
Aquí os dejo dulces, podéis comer cuantos queráis, este año van a sobrar todos¨.
Cuando mi mujer y yo vimos la carta, nos abrazamos llorando ante la impotencia que sentiríamos cuando a la mañana siguiente Álvaro no pudiera ver sus sueños cumplidos.
Lo único que hicimos fue ponerle los juguetes y dejarle una nota en la que los ¨Reyes Magos¨ le explicaban que su petición había llegado tarde, pero harían lo posible para el próximo año.
Efectivamente así fue, porque a pesar del poco ánimo que sentíamos mi mujer y yo, nos pusimos a trabajar para concebir un hermano para Álvaro, una criatura que nos llenara de ilusión y mitigara el dolor que nos dejó a todos la muerte de Lucía. El destino quiso compensarnos de alguna manera y tuvimos una niña, una preciosa niña a la que llamamos Lucía. Álvaro consideró que aquella hermanita era producto de la petición que hizo a los reyes magos, y puede que no le faltara razón, vino al mundo en la mañana de un 6 de enero.
LO SIENTO, NO ME GUSTA LA NAVIDAD.
Navidad, resuenan campanas es la navidad, una fecha en la que todo ser humano, la gran mayoría al menos, siente esos deseos de paz y buena voluntad, de armonía con todos, de no acometer nada que pueda ir en contra del espíritu navideño.
Cuando llega el mes de diciembre nos empiezan a bombardear con anuncios típicos de estas fechas, nos asedian con juguetes, dulces, ofertas en electrónica y telefonía, el champán de turno que se gasta una millonada en el famoso que nos dirá felices fiestas, etc.
Pero la navidad, tan bonita para algunos es una fecha especialmente dolorosa para otros que no tienen nada especial que llevar a la mesa el 24 de diciembre, especial para los hogares en los que falta alguien que se ha ido para no volver, ausencias importantes que se significan mucho más en esta época, o niños que siguen en la más absoluta desigualdad y hambruna como muchos millones de personas. Estos son solo algunos ejemplos de los muchos que existen y nos demuestran que la navidad tiene otra cara más amarga y de la que no nos ponen anuncios.
Nos volvemos locos en navidad, los pudientes o incluso las personas que simplemente vamos tirando por la vida a base de mil escaramuzas económicas, todos somos presa de una sociedad consumista y de un mes del calendario que otros aprovechan para vendernos la burra, o mil de ellas, haciendo su agosto en pleno diciembre.
Es curioso pero hasta las guerras se paran en las navidades aunque luego una vez pasado este periplo vuelvan a acontecer y poner de manifiesto los odios existentes entre personas, razas, culturas o religiones. Una sensibilidad especial nos embarga a todos pero no pensamos que lo ideal sería que esos buenos propósitos se extendieran por siempre y para siempre, sin necesidad de lucecitas, uvas o turrones de por medio.
La navidad es bella, dicen, y la verdad es que pueda que tenga su encanto pero yo la odio hasta la saciedad. Entiendo que todos quieran pasar estos días de la mejor manera posible y vivirlos de la mejor manera posible, como en realidad hace la gran mayoría, pero yo no puedo con esta indolencia de excesos. Yo soy de esos que siempre que puedo me quito de en medio en estos días y me gusta refugiarme en la soledad y el recogimiento, aunque a veces me resulta imposible, y es que aunque no quieras te encuentras envuelto en la vorágine navideña y tienes que estar ahí aunque sea para no amargar a los que tienes alrededor.
En definitiva, estos días nos arrastran a todos a participar de comidas opulentas, despilfarrar el dinero que echaremos en falta en enero y a decir aquello de felices fiestas aunque la verdad sea otra muy distinta, una verdad que nadie ve o no se quiere ver para no amargarnos los dulces. No puedo con tanta falsedad.
domingo, 18 de diciembre de 2011
CON TODO MI CARIÑO
Tras haber tenido el honor de diseñar la imagen navideña con la que nuestro Ayuntamiento va a felicitar a todos, quiero mostrar mi agradecimiento por las bellas palabras que se han pronunciado y escrito para describir mi humilde trabajo, un trabajo hecho desde el más sincero cariño y con la máxima humildad y que espero logre gustar a todos. Fueron muchas las vueltas que le dí a varios diseños que tenía concebidos, pero al final, quise hacer lo que casi todos hacemos cuando queremos reflejar a Nerva, plasmar nuestro paseo, nuestro ayuntamiento, la torre.
Al final opté por una imagen muy común, pero con una manera de hacer poco común, convirtiendo la foto en un dibujo que evoca la llegada del espíritu navideño.
El diseño quiere mostrar un paseo solitario y oscuro en una noche de invierno que se va iluminando por todos los rincones cuando llega el espíritu de la navidad y lo inunda todo.
Por supuesto no quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar a mi buen amigo, Fco Carrión, por su frase, con unas palabras que se nota que han sido esculpidas con el corazón y labradas desde los mejores deseos. Gracias amigo, me siento feliz de compartir esto contigo.
Por último he de agradecer a Juan Carlos Domínguez Cerrato su confianza y espero no haberle defraudado, ni a él, ni a nadie, aunque entiendo que no a todos podrá gustar lo que hice.
Muchas Gracias a todos por vuestras amables palabras y sentimientos y...
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2012
martes, 6 de diciembre de 2011
LA FLOR ABIERTA (Ficción)
Desde que he conocido a María, mi vida ha cambiado de forma vertiginosa y me he convertido en otra persona, una que se ha dado cuenta de que siente y padece, que no está inerte en este mundo de continuas bofetadas del que pensaba que me había caído para siempre.
María, de la forma más sutil y delicada pero dejando a las claras, las claras aptitudes de una mujer para hacer que olvides a otra, ha conseguido que de mi cabeza se alejen fantasmas cotidianos y esa idea de que todo lo que hago está mal y por ello siempre tengo que mostrarme como lo que no soy, callando sentimientos y haciendo ver que no se puede continuar en la vida sin la persona de la que un día te enamoraste.
No, no es así, nada es para siempre y no hay que aguantar con algo que ha salido mal y no darte otra oportunidad. La vida son oportunidades continuas, trenes que vienen y van con cien mil destinos, no hay que esperar el eterno tren que apartó su dirección de tu corazón, hay que buscar otro que sepa llevarte de nuevo a la estación de la felicidad, y si tampoco es para siempre, bastará con coger otro y seguir viajando por los avatares de la vida sin renunciar a nada, sin perder un solo billete que te pueda aportar lo que necesitas aunque sea de forma efímera.
Así es María, la diosa en la tierra que te inyecta vida en la sangre sólo con dedicarte unas letras, sólo con ver una de sus muchas imágenes sensuales y diferentes, sólo con que se cruce en tu camino. Hasta el más puritano que crea que el amor es coto de enamorados y ha de ser con personas que se amen y siempre estén juntas, pensaría de forma diferente al conocer a María, mujer que te rompe el corazón pero sabiendo que nada es para siempre, que nunca va a estar contigo de forma definitiva, pero que cuando la puedas tener en tus brazos aunque sean solo 5 minutos, te darás cuenta de que nada más grande ni más duradero habrá jamás en tu vida.
María no te jura amor pero ni falta que hace, ella es lo que es, una rosa que se abre cuando le apetece y con quien le apetece, una flor que aunque jamás olvide a su jardinero, siempre se mostrará inhiesta y bella para quien la quiera contemplar, quien la quiera disfrutar, aquel que entienda de disfrutes del momento sin arrancarla de sus raíces.
María es volcán, llama ardiente que se enciende con mirarla, entrega absoluta por amor a hacer el amor y no renunciar al placer, eso que tanto nos gusta y que no tiene ningún patrón a seguir y que es espontaneo y puede estar en todas partes.
María fuente de vida, demostración del saber gozar de cada minuto que el tiempo ofrece. María morbo infinito, si Dios te hubiera conocido, no habría tenido que inventar aquello de…¨Por obra del espíritu santo.¨
POESÍA VISUAL (parte 7ª)
A LA EXPECTATIVA: Sí, esta paloma da la impresión de estar muy atenta ante algún acontecimiento, esperando alguna noticia trascendental que pueda provocar algo nuevo en su vida. Apoyada en una de las ventanas del ayuntamiento, a esta paloma la fotografié un día en el que se desarrollaba una concentración para manifestar que esta tierra necesita de ayudas. Era como si la paloma también se sumara a la lucha, parecía querer decir a todos...¨Vamos, luchemos juntos.¨
LLUVIA OTRA VEZ
Te tengo tan presente que otra vez, con motivo de la lluvia, ha vuelto tu recuerdo hacia mí, como siempre ocurre en cada día lluvioso.
Las nubes y las gotas de lluvia, primero han nublado mi capacidad de superación y después han refrescado aquellos momentos que, a pesar del tiempo transcurrido, no consigo sacar de mi mente, ese lugar en el que siempre estás presente, como si fueras un estigma que no puedo ocultar ni ignorar.
Me prometí que me iría a un lugar donde hubiera pertinaz sequia, para que la lluvia nunca más me trajera tu recuerdo, pero sigo anclado en la borrasca de mis sentimientos y jamás llega el anticiclón de mis ilusiones.
Han pasado muchos años, lo sé, ni el más inmenso pantano soportaría tantos días de lluvia, pero en mi corazón caben todos esos litros de recuerdos que, aunque me ahogan, me hacen evadirme a otros tiempos mejores, aquellos en los que los dos siempre decíamos que no había día más maravilloso que aquel que se recibía con un beso bajo el caer incesante de la lluvia.
Hace poco me enteré que ya tienes otro paraguas en el que refugiarte, que ya no necesitas que yo te salga al encuentro para empaparnos juntos y acabar el trayecto entre risas.
Aun recuerdo cuando secaba tu piel de seda y pensaba que nunca habría en el mundo un tacto más agradable. Eran esos momentos en los que me decías que mis manos sobre tu cuerpo eran el mejor de los finales para un intenso día. ¡Qué lejos están ya aquellos años, pero que latente los conservo!
En fin, así transcurre otro día y otra tarde en la playa del olvido a ritmo de gotas de lluvia que se me siguen clavando como balas de fusil. Una vez más vuelvo a lanzar una botella con otro mensaje dentro. Sé que nunca lo recibirás, pero pensar en la posibilidad de que lo hagas me mantiene vivo.
sábado, 26 de noviembre de 2011
EL VIEJO LOCO (¿Ficción?)
En una mañana del mes de enero, sucedió algo que para mí fue realmente increíble.
Caminaba yo como muchas otras mañanas en dirección a mi trabajo. De repente me encontré con un anciano que caminaba bastante desorientado por la calle. Este señor, sin conocimiento del riesgo que contraía, se metió en medio de una carretera por la que multitud de vehículos transitan a gran velocidad. El revuelo que se montó de momento fue impresionante, pues todos los coches que pasaban en ese momento, empezaron a pitar de forma desmedida y algunos incluso tuvieron que frenar bruscamente o hacer varias maniobras para no llevarse al anciano por delante. Como por un impulso de humanidad, salí corriendo a pesar del riesgo de que me atropellaran a mí también, cogí a aquel hombre y me lo llevé de allí como pude.
La reacción de algunos de los conductores fue lamentable. Hubo uno que se bajó dejando el coche en medio de la calzada y su única intención era pegar a aquel ¨vejete¨ que podía ser su abuelo. ¨Maldito hijo de puta, te tenían que haber matado para que te quitaran del medio, cabronazo¨, dijo un conductor de unos 22 años de forma airada.
Sin embargo aquel hombre hacía caso omiso a todo lo que le decían, estaba como ausente, como si todo lo ocurrido no fuese con él. ¨¡Que incomprensible es la gente!¨, pensé mientras veía la mirada perdida de aquel hombre.
Otra de las cosas que me llamó la atención, es que iba medio desnudo a pesar del intenso frio que hacía en esa mañana de invierno. Me quité mi abrigo, se lo coloqué y le pregunté si quería que le llevara a algún sitio, pero él no decía nada, solo callaba y tiritaba por el intenso frio. Yo insistía, ¨¿Quiere que le acompañe a algún sitio?, pero él, seguía sin decir nada.
Yo tenía mucha prisa, como todos los que le dijeron todo tipo de improperios, pero me sentía obligado a hacer algo, no podía dejarle allí porque sabía que podía volver a meterse en medio de la carretera. En ese momento, pasaba un coche de policía por allí, les hice varios gestos y el coche patrulla aparcó a un lado y se bajaron dos agentes de forma inmediata. Al explicarles la situación, me quedé perplejo cuando los policías me dijeron que aquello no era asunto suyo. ¨Mire, con el debido respeto, pero nosotros no estamos para cuidar de viejos que se han levantado de la cabeza¨, dijeron los agentes.
La reacción de aquellos supuestos servidores de los ciudadanos, me acrecentó mucho más la pena que empezaba a sentir por aquel hombre desvalido, con la mente perturbada, pero por el que nadie sentía la más mínima compasión. Le senté en un banco de una placita que había por allí cerca e intenté hacer de todo; Llamé a los servicios sociales, residencias de ancianos que me facilitaron para ver si era residente de alguna de ellas, de todo, pero nadie quería hacerse cargo de aquel abuelo del que nadie quería saber o no sabían nada. Finalmente llegaron los de servicios sociales del ayuntamiento. El conductor de la furgoneta se bajó y dijo algo así, ¨¡coño, otra vez él mismo de siempre. Anda que no tengo ganas de perderlo de vista!¨.
Eso fue lo definitivo, ya no puede más y arremetí contra aquellos operarios por su falta de humanidad. Tuve una tremenda trifulca con ellos y decidí que aquello no iba a quedar así, me fui al ayuntamiento y a otros organismos competentes y puse una denuncia ante lo que consideraba un atropello de sensibilidad.
No me hicieron ni puñetero caso, pero por lo menos conseguí que, por todo lo que había sucedido, aquellos operarios se pensaran para otra vez actuar de esa amanera.
Al abuelo le metieron en una residencia que sufragaba el propio consistorio, una de esas residencias de mala muerte en la que los que trabajan no tienen nunca la más mera dedicación por nada, solo les interesa hacer su trabajo de cualquier manera a sabiendas que , los que allí han ido a parar, ya tienen pocos motivos para quejarse de nada y les tratan como meras mercancías que han de poner en un sitio o en otro.
No tenía familia, eso es lo que me informaron en el ayuntamiento. Vivía en una casita de su propiedad, su mujer había muerto hacía unos meses y esa causa fue la que le hizo, según creían todos, perder la cabeza. Me enteré también que se llamaba Adolfo, que fue profesor y que al no tener hijos se quedó solo en el mundo.
Una tarde fui a verle. No es que yo sea mejor persona que el resto de la gente, pero haber vivido aquella historia de forma tan directa, me hizo reflexionar sobre muchas cosas y pensé en aquello de... ¨con la vara que midas serás medido¨.
Cuando llegué, él estaba sentado en un patio con su típica mirada ausente. Me senté al lado suyo y después de que girara la cabeza hacía mí, empezó a llorar y se me abrazó fuertemente. Con el alma despedazada por la pena, le abracé también y le dije que no se preocupara, que nadie le iba a hacer daño. Entonces me miró y me dijo, ¨Me habría encantado que hubieras sido mi hijo. Tú me has dado lo que muchos hijos no dan, cariño¨.
Ya ven, el que todos creían loco, hablaba con más cordura que nadie. Fue en ese momento cuando me dijo que lo único que quería era reunirse con su mujer, lo único que había tenido en el mundo. Esa fue la razón por la que aquel día se metió en plena carretera, para cerrar los ojos y abandonarse a lo que según él, hubiera sido la suerte en ese día, que alguien le hubiera atropellado y le hubiera quitado del mundo de las tristezas.
Con mi presencia se sitió mejor, durante mucho tiempo fui a verle cada día y eso se convirtió en una ilusión para continuar viviendo, según me dijo el mismo. Al año y medio de aquello murió. Una tarde fui a verle y una enfermera me dijo, como quien despacha pan en una panadería, que se había muerto dos días antes.
Tanto tiempo que estuve con él, para que al final no le pudiera acompañar en sus últimos momentos. El director de la residencia me dijo que dejó una carta para mí. La abrí y decía lo siguiente, ¨Sé que mi final está cerca, incluso he visto como Elena, mi mujer, ha venido a buscarme en sueños y me ha dicho que pronto estaremos juntos. Gracias por todo lo que has hecho por mí, ha sido muy importante para este pobre viejo. Ya puedes decir a todos en voz alta y clara, que este loco ha visto con total claridad y cordura las verdaderas miserias de la gente, esas miserias que derraman aquellos que nunca sienten nada por nadie, aunque hay gente como tú, que hacen que, incluso cuando uno quiere morir, la vida merezca la pena¨.
DEDICADO A TODOS ESOS ANCIANOS QUE SE SIENTEN SOLOS EN LA VIDA.
POESÍA VISUAL (parte 6ª)
Esta fotografía, hecha de una manera casual, evoca la paz y la tranquilidad que se siente cuando todo está bajo control. El pajarillo, con la ramita en la boca, desprende un halo de sosiego que creo que mirando esta fotografía podemos entender que la vida hay que tomarla como viene, sin desesperarse, sabiendo apreciar los pocos momentos de tranquilidad que se tienen. Este pájaro que se cruzó en mi camino me enseñó que hay pequeños placeres que hay que saborear bien, y lo demás, puede esperar.
AMAR A MARÍA PREVIO PAGO (Ficción)
Cuando en tu vida se ciernen nubes negras que presagian tempestades emocionales, cuando el sol nunca se pone en el horizonte de tu día a día, cuando ese tahúr llamado destino te juega malas pasadas porque te repartió las peores cartas, cuando todo tu presente se convierte en un ritual, un espejo que siempre te arroja a los ojos las imágenes más dolorosas...
Cuando todo eso ocurre es cuando se necesita una tabla a la que agarrarse para no hundirte en el océano de las desavenencias, es cuando tienes que librar una cruenta batalla para alojar en tú cabeza la idea de seguir, de no sucumbir y descubrir que en el mundo nada se detiene, que si paras te quedarás atrás para siempre porque nadie espera, nunca nadie espera.
Es en esos momentos cuando hay que sacar todo lo que se lleva dentro y tratar de poner buena cara al mal tiempo, inventarte un anticiclón que de sol a las penumbras ya forjadas por borrascosas circunstancias, es el momento de decirte a ti mismo que hay una excusa para seguir y darte cuenta de que todo tiene su fin, y las malas rachas también pasan aunque el camino sea largo y tortuoso.
Si quieres comprobar que la vida tiene un sentido y que merece la pena has de tener entre tus brazos a María, la diosa infinita que las penas quita a golpe de besos que saben a eternidad.
Una sola caricia de María es comprobar que todo aquello que te preocupa queda en un segundo plano, que las penas pueden esperar y que el tiempo se detiene para que la alegría y las emociones se instalen en tu ser aunque sea solo por unos minutos, un corto tiempo que será como si te hubieran vuelto a parir y te transformaras en alguien diferente, alguien que cuando se vuelva a mirar al espejo denotará ese brillo especial que te hace saber y creer que has tocado el cielo con tus propias manos.
Tras un abrazo con María, aunque sea en la imaginación, un antes y un después se produce en el interior de cada cual, un hormigueo de múltiples sensaciones te embargan una vez has conseguido tenerla aunque no la hayas tenido, aunque solo la hayas imaginado en húmedos sueños que te evocan que estás vivo, que dentro de ti sigue latente esa palpitación.
María es eso, el calibrador de las emociones varias, el dispositivo que activa la autoestima de cada ser, la panacea de lo imaginable y la razón de que hace realidad lo que crees inalcanzable.
María es el sueño de todo hombre, la sumisión por dar placer recibiendo ella el placer de saberse placentera, un entendimiento distinto que te hace morir de gozo cuando ves que de gozo muere ella.
Sí, María es la excepción que rompe la regla, la forma de decir que se puede hacer lo que se hace no por haberse visto abocada a ello, sino porque quiere y así es feliz.
Con María no te vas de putas, es ella la que se va de hombres..., y encima pone el precio.
martes, 22 de noviembre de 2011
VUELVO A ESTAR EN EL CAMINO
domingo, 13 de noviembre de 2011
MI DIOS
Hoy quiero hablar de uno de esos temas que siempre provocan todo tipo de reacciones.
Quiero hablar de un tema sobre el cual, unos dirán que he herido sensibilidades y otros dirán que he esgrimido razones poderosas, verdades como templos que, a pesar de pesares, incluso son secundadas por personas que integran asociaciones o congregaciones concernientes al asunto de mi exposición de hoy.
Por ello, sabiendo lo que podemos provocar con todo esto, quiero hablar, con el máximo respeto, de la religión y ciertas manifestaciones religiosas.
Verán, quiero partir de la base de que yo, creo en Dios. Mi fe no es la de aquellos que esbozan siempre las bondades de las prácticas religiosas, pues no soy, en absoluto, lo que podríamos llamar un cristiano practicante, pero creo en Dios. Algunos me dicen que mi manera de creer es la de un ser egoísta que se acuerda del ¨Ser Supremo¨ solo cuando el miedo le aterra en alguna situación que no puedo controlar. En cierta manera es verdad, porque aunque creo en Dios, también creo que lo hago porque a veces, en este difícil laberinto que es la vida, uno necesita en ocasiones agarrarse a algo para continuar en esta jungla. Por tanto, baste con decir que, no por egoísmo, creo a mi manera y me causa el debido respeto la existencia de Dios, pero de la misma manera que también me causa respeto el diablo, que aunque no sé si existe también, por si acaso procuro no ahondar en esos terrenos.
La razón de este esbozo de pensamientos plasmados en papel es la siguiente. De la misma manera que a mí me pueden llamar egoísta por decir que creo en Dios, aunque solo le reclame cuando solamente me queda encomendarme a la divina providencia, hay otras tesituras creyentes que a mí, no solo me parecen egoístas o que hacen un negocio del negocio de Dios, sino que rayan en la falsedad, el fanatismo y otras vertientes que, aun siendo repudiadas por la Iglesia, se propugnan desde los altares eclesiásticos u otros lugares en nombre del Todopoderoso.
A mí me enseñaron desde pequeño que Dios, ese en el que yo creo, era una persona humilde que predicó con cuatro trapos y que promovía su palabra sin condenar a quienes no le seguían o no creían en él, algo curioso si pensamos que, hoy por hoy, los jueces de la Iglesia Católica o máximos responsables, nadan en la opulencia y hasta se atreven a decir que, dependiendo de quién votes, hasta puedes ir al infierno.
El Dios que yo alimenté en mi corazón, era esa persona que nunca discriminó a nadie, que amparaba al pobre o que daba su bendición hasta a las rameras y los delincuentes porque decía…¨todos son hijos de mi Padre¨. Sin embargo la Iglesia que yo conozco, aunque si abraza a delincuentes, esos delincuentes que a ellos les interesa obviamente, aborrece a las rameras o incluso reniega de aquellos que se procesan amor pero son del mismo sexo. Estuvieron y están en contra de lo que denominan perversiones, pero nadie se acuerda de las perversiones que se han suscitados en algunos conventos en los que hasta han aparecido niños sepultados, producto del calentón divino de alguna sotana un poco más ligera de cascos y que mitigaba con rezos los abusos cometidos incluso a niños.
El Dios en el que creo es aquel que promovió la paz, que jamás encolerizó contra nadie, pues, como cuentan las escrituras, vino incluso a morir por todos nosotros. La Iglesia no muere por nadie, siempre estuvo amparando al poder y dando la bendición incluso a genocidas reconocidos de la historia, esos que mataban a millones de personas y después comulgaban el domingo ante un obispo que aclamaba sus lindezas y las hacía palabra de Dios. La Santa Madre Iglesia ha sido la institución que más gente ha mandado a los cementerios cometiendo impunes asesinatos en nombre de la divina razón. Crímenes por los que algún Papa se atrevió a pedir perdón a toro pasado y sin gozar con el beneplácito de otros cargos del clero, algo que me hace pensar que la muerte de Juan Pablo II, fue un verdadero alivio para aquellos que quieren seguir anclados en el pasado poniendo salmos disuasorios a verdades que ven la luz. Por eso quizás, tras Juan Pablo II, llegó Benedicto XVI, clérigo de los de antaño que, entre otras cosas dice salvaguardar la familia predicando que el amor familiar, el matrimonio, solo es un hombre y una mujer, que Dios era amor pero no en todos los casos.
El Dios en el que yo creo, es aquel que incluso se sonrojará de vergüenza al ver lo que algunos hacen con su imagen, la de su madre y otros santos. Insisto, si me enseñaron que Dios era bondad y humildad, ¿Quién me explica que haya pasos de semana santa cargado de todo tipo de opulencias, portando a Cristos y Vírgenes que son mecidos en tronos engalanados con joyas y oro, mientras en millones de rincones una criatura no tiene nada que echarse a la boca? Demagogo, me dirán algunos, pero para demagogia la vuestra, que os dais puñetazos en el pecho por creyentes y samaritanos y volvéis la vista ante aquella pobreza que perturba el curso de vuestras afables vidas.
En definitiva, creo en Dios. Creo a mi manera y con una filosofía muy personal que puede ser o no compartida por los demás. Sueño con el día que me toque partir de este mundo y me plante ante él, entonces podré darme cuenta de que yo tengo razón.
¡Dios os bendiga a todos, lo necesitáis!
POESÍA VISUAL (parte 5ª)
LA DESNUDEZ A CIERTAS EDADES. Esta foto creo que es un claro ejemplo de algo que ya hemos meniconado en otras ocasiones, la belleza de lo que envejece por el paso del tiempo. Esta flor, absolutamente desnuda, se muestra bella aun con las muescas y los rigores de una vida que ya va llegando su final. No tiene una variedad de colores importantes, solo tiene para lucir como encanto aquello poco que le queda, pero es una muestra de naturalidad que una vez más nos hace pensar que en puertas del ocaso existe la belleza.
domingo, 6 de noviembre de 2011
TURISMO, LA GRAN ASIGNATURA.
Darse una vuelta por nuestro entorno es algo indescriptible. Los paisajes que esta tierra siempre nos ofrece son algo que nunca es igual de un día para otro, ya que aunque tengamos millones de fotos de las minas, del tinto o de cualquier otro rincón, siempre son diferentes según el día, la luz, la hora, etc.
Esta tierra es un auténtico deleite para aquel que ama sobremanera el tema de la fotografía, pues la verdad es que incluso con una ¨camarita¨ de infima calidad se pueden sacar auténticas maravillas de unos parajes que parece que siempre estén posando, siempre estén maquillados con sus mejores tonos y siempre nos ofrezcan la más bella estampa.
Salir de fotografía a primeras horas de la mañana o cuando ya languidece la luz de sol es uno de los más saludables ejercicios para la mente. Los más malos humores, las penas más indigeribles, las preocupaciónes que siempre están presentes y produciéndonos llagas en el alma, se van o se minimizan cuando uno se extasia y se olvida de todo y disfruta de una visión única.
El rio tinto desde su nacimiento y durante todo su cauce, los malacates que aun lucen imperterritos al paso del tiempo, la multitud de colores de nuestra orografía, la simbiosis entre naturaleza y mina, así como otros miles de aspectos, son una herencia natural que siempre, por muchos años que pasen, por mucho que conozcamos y hayamos visto todos los rincones, siempre te sorprende, nunca deja indiferente a nadie.
Despertar cada mañana y ver a lo lejos el ¨Cerro Colorao¨ es ya una tarjeta de eterna visita que te recuerda que todo está ahí, que siempre hay algo por descubrir, siempre hay motivos que te hacen pensar que cada día vale la pena.
Vivimos en un lugar diferente al que quizás no se le ha sacado todo su potencial. Somos conscientes de lo que tenemos, puede que sí, pero de lo que no somos conscientes es de lo que se puede sacar a este decorado casi ¨Hollywoodiense¨ que perfectamente puede evocar a lugares de otros mundos.
Esta tierra ha sido motivo de millones de miradas que la han visto desde diferentes prismas. Miles de objetivos han tratado de mostrar siempre las muchas posibilidades que aquí hay en materia de reclamos publictarios, cine, documentales, investigación y demás.
Siempre se dice que aquello que te rodea siempre tiene un calado especial para las personas del entorno, que nadie mirará las cosas de un determinado lugar como la gente de ese lugar, sin embargo, yo creo que la gente de aquí, aunque valora lo que tiene, está tan acostumbrado a verlo que nada tiene que ver con la impresión de aquel que viene de fuera y por primera vez se enfrena a un paisaje sacado de otro planeta. Ese visitante o persona que no ha visto lo que aquí tenemos debería de ser nuestro mejor activo, por eso se debe de saber vender y ofrecer al mundo todo este universo que podría quitar las penas económicas que esta tierra padece. Se ha hecho muchas cosas por el turismo y por dar a conocer el tesoro paisajístico que tenemos, pero no es suficiente, no ha sido suficiente. Es encomiable el trabajo que se realiza desde algunas entidades como Fundación Riotino, pero está meridianamente claro que aun seguimos siendo el turismo del ¨bocadillo y la meada¨, tal y como en más de una ocasión se ha dicho. Vienen turistas pero casi no dejan nada a esta tierra. Llegan, visitan ciertos lugares en una mañana o una tarde, vuelven a montarse en un bus y se largan, algo que sucede quizás por el poco colaboracionismo que existe en nuestra comarca. Me parece increíble que vengan visitantes a Peña del Hierro, aquí en Nerva, y tras ver peña no se les ofrezca por ejemplo venir a ver el museo Vázquez Díaz, TOTALMENTE GRATUITO.
Tenemos grandes cosas que enseñar pero no acabamos de hacer de todo esto un filón importante, duradero y de embergadura. Siempre se habla de turismo en esta zona minera, pero ese es el problema, se habla más que se hace. En los ultimos tiempos se ha llegado a decir incluso que el tursimo y a la minería, cuando reabra sus puertas, han de ir de la mano, pero la verdad es que ni lo uno ni lo otro.
Para que el turismo sea ese bastión importante, hay también que cuidar todo eso que tenemos y mantenerlo, algo que no ha ocurrido. Ahí está el mayor símbolo de esta tierra, Corta Atalaya, inundada hasta límites alarmantes, por no hablar de joyas como pozo Alfredo, que ya se perdieron para siempre cuando su potencial era equiparable al de cualquier gruta del mundo.
El tema turístico podría sacar a esta tierra de todo problema y sufrimiento económico, pero está claro que no se acaba de hacer la apuesta definitiva.
POESÍA VISUAL (parte 4ª)
¨CUANDO EL ESPEJO DEVUELVE SU BELLEZA¨
REJUVENECER (¿A quien no le ha ocurrido?)
La vida tiene cosas tan sorprendentes que probablemente, esas pequeñas cosas, esas pequeñas emociones o sorpresas que no imaginas son las que hacen que nuestro paso vital por el mundo tenga una razón de ser.
Hace muy poco tiempo recuperé una amistad de hace más de 20 años y que creí que ya tenía perdida para siempre. Las nuevas tecnologías han acercado las distancias de una manera atroz, sobre todo ha posibilitado que la distancia no sea óbice para mantener un estrecho contacto entre las personas que nos importan.
Antes, cuando yo era un mozalbete y la niña que me enamoraba cada verano se iba de regreso a casa, no me quedaba más que su recuerdo y alguna que otra carta que iba y venía y que siempre nos producía ese cosquilleo especial en el estómago.
Hoy todo es diferente y el mundo se concentra en las dimensiones de la pantalla de un PC y en un clic de ratón que, de manera inmediata, te pone frente a la persona que se anhela.
Como dije antes, después de más de 20 años, después de que ambos hubiéramos perdido el rastro, yo de ella y ella de mí, por razones que no vienen a cuento, hoy puedo decir que la red de redes, como si de una red de pesca se tratara, me trajo del océano de la vida la más bella pieza que en mi anzuelo multimedia se pudiera enganchar, esa niña que robó mi corazón cuando solo tenía 17 años y la vida empezaba a darme alegrías para vivir y decepciones amorosas tan normales como el propio acné junvenil.
Un buen día, en esto de las redes sociales que a mi tan poco me gusta, me da por poner un nombre y unos apellidos y la sorpresa que me llevé fue morrocotuda, ella estaba haciendo lo mismo desde hacía bastante tiempo. Al final; Un mensaje, una contestación, un intercambio de direcciones de e-mail y es como si la vida jamás se hubiera detenido, como si hubiera retrocedido a aquellos años 80 que siempre serán inolvidables.
Recuerdos, anecdotas, alguna que otra explicación al motivo de tanto silencio durante tantos años, en fin, la vida vuelve a latir como lo hacia muchos años atrás aunque en situaciones diferentes, ya que cada uno tiene su vida y eso es inamovible, aunque es obvio que lo que antes hubiera podido ser amor ahora es amistad, complicidad y sobre todo cariño que no se puede romper.
Así es la vida, un mar que en sus distintas etapas de oleaje se lleva y te trae cosas malas o buenas, pero desde luego, cuando a tu orilla llegan algunos vestigios del más anhelado pasado incluso se nos enciende la mirada y es como si rejuveneciéramos de repente.
martes, 1 de noviembre de 2011
SENSACIONES DE UN DÍA DE RECUERDOS.
La flores marchitas, las decoloradas por el implacable paso del tiempo y los rigores del clima, son sustituidas un año más por nuevas ofrendas florales que lucen en cada lápida y cada sepultura. Es la forma de decir que no olvidamos, no dejamos de tener en nuestra mente a quienen se quedan allí, en aquel recinto, con historias y vivencias de cada uno silenciadas por la muerte, la implacable muerte que siempre, más tarde o más tenprano, más justa o injusta, siempre llega. En cada motivo, en cada reseña, se mezclan recuerdos que se agolpan en la mente de seres queridos que quedaron en vida y que tuvieron que pasar por el inmenso dolor de enterrar a alguien, una experiencia por la que todos hemos de pasar también pero para la que no hay concienciación alguna, por muchas veces que hayamos pasado por algo así, por mucho que te lleven del brazo y estén contigo, por mucho consuelo o por mucho descanso que la muerte otorgara en personas que ya la pedían a gritos. Siempre, siempre, a pesar de muy diversas circunstancias que pueden suscitarse, la muerte y tener que decir adios a alguien que significó en nuestras vidas, siempre es un ejercicio que deja huella en el cuerpo, que hace incluso envejecer de golpe. En días como el de hoy, el día de los difuntos, vemos como el mar de cruces que siempre veo, los edificios de habitantes sin vida, se mezclan con la visita de cientos y cientos de personas que vienen a estar unos minutos con aquellos que se fueron y que nos esperan en otra vida. Probablemente ese sea el único consuelo que nos queda cuando perdemos a alguien que queremos, pensar que le veremos más tarde o más temprano.
En un día como el de hoy, se me hace un nudo en la garganta cuando veo ese lugar en el que descansan los restos de aquellos que han dado sentido a mi vida. Toca llanto interno, la forma de llorar más amarga, toca retroceder en el tiempo y recordar las buenos momentos vividos, toca estremecerse al ver lápidas que nos muestran cortas vidas que acabaron antes de lo imaginado...toca pensar que todos seremos algún día lo que son aquellos que vemos en el camposanto.
DÍA DE LOS DIFUNTOS
Una vez más, este inmenso rio de recuerdos silencioso cobra un brillo especial, un aire de tumultuoso ir y venir, sensaciones y tristezas acompañadas de miradas que se cruzan, personas que hablan de personas que ya no están.
Poco o nada sale de los labios de la gente que viene a este vergel de cuerpos que se fueron para no volver más. Es un día en el que la mayor expresividad se denota de los ojos llorosos de aquel que aun no se ha acostumbrado a vivir sin quien fue su todo.
Las flores, ese preciado tesoro de diversos colores que evocan alegría, cumplen hoy una misión distinta, la de arropar y llevar el cariño de aquellos que sienten, a quienes supuestamente no sienten, pero sabemos que no nos olvidan.
Hoy todo es diferente en el huerto de las desilusiones, el hogar del que emana reposo eterno y en el que tanto desconsuelo se vierte por metro cuadrado.
Los cipreses suenan de una manera especial con el viento de la tarde, como poniendo una banda sonora que corta el silencio y mitiga los sollozos y suspiros que en ese día tanto afloran.
Hoy todos o casi todos, han venido a ver a todos o a casi todos. Son muestras de dialogo con quien no está, una forma callada de hablar sin decir nada, sobrando las palabras. Ese recinto, es una especie de museo en el que se puede contemplar como la muerte no tiene condescendencia con nadie, no es cuestión de edades ni clases sociales, porque aunque luzcan en lápidas o tumbas diferentes, todos, han ido a parar al mismo sitio y han corrido la misma suerte, la que correremos todos más tarde o más temprano.
Es el día del reencuentro con quien queremos, con quien echamos en falta, pero también es el día en el que al recorrer los distintos pasillos y galerías, se nos viene a la mente aquel o aquella que conocimos y que casi se había perdido en nuestra memoria.
Injusticias de la vida, así veo yo el hecho de que hoy, en este día, todos hayan venido, porque mañana, una vez más, la soledad será el principal argumento de este inmenso mar de cruces y flores que yace cada día con son eterno, con lóbrega monotonía que solo se corta cuando alguien llega para quedarse, para sumarse a los que allí están y saber lo que se siente cuando cierran la verja y lo percibes desde dentro.
Hoy todos están aquí, con ellos, pero mañana serán solo ellos los que estén, esperando a quien pueda venir para compartir un momento de expresivos silencios y miradas que se nublan por el dolor.
Hoy, miro todo eso que se expone delante de mí en este camposanto, sin poder dejar de pensar en el momento en el que me toque tener una visión diferente de este día, ese día en el que sea yo quien reciba a los míos un rato, para luego verles marchar sin poder abrazarlos.
Siempre que vengo aquí, al cementerio, pienso en que algún día seré lo que hoy son los que aquí están. Es ley de vida, nadie hemos venido a este mundo para quedarnos siempre. Algún día, nos traerán flores el 1 de noviembre, día de los difuntos, para después sentir aquello que decía Becker…
…¨¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!¨
ÚLTIMO FAVOR
Tras el llamado día de Halloween, otra de esas costumbres americanas que nos han metido por los ojos en este país, llegó un año más el día de todos los santos.
Yo estaba tranquilo en casa, aprovechando el día de descanso para ver una película y estar relajado, que buena falta me hacía. Mis padres habían ido al cementerio a visitar a todos los difuntos que allí tenían. Yo siempre había sido reacio a ir, tanto en ese día como cualquier otro, porque desde siempre me impresionó mucho ver las lápidas, tumbas y todo ese ambiente lóbrego que se respira en un lugar así.
De repente, cuando más tranquilo estaba en casa, sonó el timbre de la puerta y perturbó mi tranquilidad. Era un señor mayor que vestía ropas muy viejas y casi harapientas y que tenía una mirada como perdida en el tiempo.
Al preguntarle que deseaba, me contestó lo siguiente:
¨Hola hijo, yo soy un conocido de tu padre y he venido a verle porque tengo algo importante para él¨.
Yo traté de explicarle que mi padre no estaba, por lo que le insté a que se pasara más tarde o que me dijera a mí aquello tan importante que tenía que decirle, pero aquel señor se empecinó en que había venido de muy lejos y que no quería irse sin hablar con él y entregarle algo.
A pesar de mi insistencia, no tuve más remedio que hacerle pasar para que esperara a mi padre, por lo que ya imaginarán que lo de la película y la tranquilidad se fue al garete.
Aquel hombre se sentó en el salón mientras yo aproveché para recoger un poco todos los trastos que tenía por medio y demás.
Ese hombre de mirada extraña, me evocaba... no sé, cierta paz. Su forma de permanecer quieto y ese silencio tan expresivo me inspiraban ternura, confianza, aunque no sabía la razón.
Trate de hablar con él para que la espera le fuera más agradable.
¨¿Así que conoce usted a mi padre no?, le dije intentando buscar algo de conversación.
¨Si, le conozco mucho además, porque tu padre ha sido una persona importante en mi vida por muchas razones¨, me dijo él.
Poco a poco fuimos hablando y aquel señor me contó cosas maravillosas de otros tiempos en los que pasó muchas penalidades para sacar toda una familia adelante.
A medida que iba hablando, yo me iba quedando embelesado con sus palabras, porque cada frase que decía, era para mí como un bálsamo que me inspiraba tranquilidad.
Muy poco tiempo me hizo falta para saber que, aunque había renunciado a la tranquilidad de ver mi película de cine, aquella conversación era mucho mejor.
Había pasado más de una hora y mi padre no volvía del cementerio. Viendo que tardaba, le dije a aquel señor si quería tomar algo, pero me dijo que no, que estaba bien así.
De repente le pregunté sobre aquella razón que quería darle a mi padre.
Él señor me contestó lo siguiente:
¨No, no es nada importante, es simplemente una cuestión que quiero pedirle, un favor que sé que él puede hacerme y que no le costará mucho, simplemente es esta carta que quiero darle¨, dijo mientras me enseñaba el sobre en el que guardaba con celo la petición que quería hacerle a mi padre.
Como vi que no quería dar más detalles, pensé que se trataba de algo personal, por lo que no insistí en el tema.
En ese preciso instante, sonó el timbre de la puerta, algo que hizo conmover a ese hombre. Yo salí corriendo para abrir la puerta, y... cual fue mi sorpresa cuando, después de decirle por el pasillo a mi padre que un hombre le aguardaba en casa, comprobé al llegar al salón que aquel hombre había desaparecido. Yo me quedé sin palabras, no acababa de asimilar que aquel señor que había estado conmigo en la tarde, hubiera desaparecido como por arte de magia. Le busqué en todas las dependencias de la casa pero ni rastro, era como si se hubiera esfumado por arte de magia.
Mis padres no daban crédito a lo que les estaba contando, pensaban que era alguna broma, pero cuando yo me puse a decir en serio y de forma categórica que un hombre había estado allí para hablar con mi padre, empezaron a creer que me pasaba algo, que tenía alguna especie de delirio o locura por alguna razón.
En el intento de calmarnos, mi padre me preguntó que como era aquel hombre.
Cuando yo empecé a describir como era aquel señor, mi padre esbozó una frase que, unida a lo que había ocurrido, hizo que un gran escalofrío se apoderara de mí.
La frase fue, ¨Hijo mío, esa descripción que me das es algo que me deja fuera de juego, porque con esas características y que yo conozca de tiempo atrás, solo me hace pensar en tu abuelo, mi padre, que murió cuando tú eras un niño de mantilla.¨
Aquello me hizo estremecer, pero pensaba que debería haber algo que aportara lógica a todo esto. En ese momento, mientras seguía hablando de forma acalorada con mis padres, vi algo blanco en el suelo. Sin pensarlo recordé... ¨La carta, él dijo que quería darte una carta y esa va a ser¨.
Salí corriendo y…efectivamente, allí estaba la carta. En el sobre había un nombre escrito, Prudencio González Castellano. Efectivamente era el nombre y apellidos de mi abuelo, el padre de mi padre.
En ese momento, mi padre me sorprendió con una frase que no esperaba y que me hizo perder el control. ¨Mira, si esto es una broma por ser el día de los difuntos no tiene gracia, pues vengo de pasar un mal rato en el cementerio.¨
Aquello me hizo enfadar mucho, tanto que a mi padre no le quedó ninguna duda de que no estaba bromeando. Finalmente, con mucho sigilo, mi padre abrió la carta, la cual decía algo así:
¨Querido hijo, lo primero que quiero pedirte es que no te asustes, pues yo nunca querría hacerte ningún daño, ni a ti, ni a nadie de tu familia, pues la considero la mía.
Ha sido encantador conocer al nieto que nunca pudo conocerme a mí, ha sido muy emocionante, nunca olvidaré este día.
El verdadero motivo de esta carta, es decirte que, como bien sabes, por cuestiones de la vida, tu madre está enterrada lejos de mí. Ella murió en aquel pueblo al que fuimos a parar por cuestiones de trabajo cuando tú no tenías más que 16 años. Por cuestiones económicas, no puede traerla aquí y aunque nunca fui capaz de pedirte dinero para traerla, hoy quiero que hagas algo, por ello te escribo estas letras plasmadas desde el dolor de no tenerla a mi lado. Solo te pido eso, que la traigas conmigo para que, de una vez por todas, podamos descansar en paz y juntos¨
Mi padre casi no pudo terminar de leer aquel papel y aunque aquello era difícil de asimilar, no le dio más vueltas, pues para él no había duda de que aquella era la letra y la firma de su padre, mi abuelo.
A primera hora del día siguiente, mi padre y yo, salimos a resolver aquel asunto del traslado de mi abuela. Tras algunas semanas y muchos papeles que hubo que mover, mi abuela Elisa, hoy por hoy, reposa con mi abuelo.
Jamás podré olvidar aquel momento en el que tuve, a escaso metro y medio de mí, a la persona que nunca pude conocer. Ahora comprendo porque, aunque yo no sabía que era mi abuelo, me inspiró tanta ternura. Desde aquel día noté en mi habitación que me faltaba una foto mía, pero las dudas se resolvieron cuando, al abrir el ataúd de mi abuelo para depositar los restos de mi abuela, pudimos comprobar que aquella foto estaba allí, dentro del ataúd. Ahora pienso que mi abuelo cogió aquella foto para que mi abuela, que murió cuando yo no había nacido, me conozca también. Nunca olvidaremos aquel día de los difuntos, porque fue el día en el que pudimos saber que las personas, nunca mueren del todo, por eso deben estar siempre en nuestra mente.
Ahora he perdido ese recelo a ir al cementerio, tanto es así que no necesito que llegue el día en el que honramos a nuestros muertos, siempre que puedo y tengo un rato, me voy al camposanto a charlar con mis abuelos, esas personas que han cambiado mi vida.