miércoles, 19 de octubre de 2011

CORREDOR DE FONDO


Cada día una odisea, un enfrentamiento contra un cúmulo de sin razones que nadie ve.
Despertar cada mañana es un reto, una superación, querer llegar a la meta es el único objetivo.
Mi lucha es una lucha sin cuartel, una reválida en cada metro recorrido, un continuo flujo de sensaciones que van desde la alegría por lo conseguido a la decepción y el hundimiento cuando fracaso por algo que es más fuerte que yo.
Una mano amiga me alienta a seguir, en mi cabeza resuena la idea de abandonar pero no puedo, abandonar significa perder en esta carrera de fondo llena de obstáculos en la que si un día fallas, nunca más volverás a correr.
El resto de la gente no da importancia a este esfuerzo vital de cada día, cada minuto.
Solo comprenden en el momento en que les toca a ellos tener que fajarse y sudar para conseguir un mínimo logro. Desde fuera nuestro sudor, nuestro dolor, nuestra perseverancia, pasa inadvertida. Sólo cuando el político de turno te da una medalla, habla de tu esfuerzo, de tu capacidad. Después se va, olvida, de la misma manera que todos olvidan que siempre hay quien se deja la piel en conseguir algo.
Muchas veces he oído hablar de la soledad del corredor de fondo, la fatiga que supera porque en su mente está cruzar la meta, llegar a su destino, ser capaz de terminar lo que se propuso. No hay mayor premio que saber que te has superado. Un metro más es un reto nuevo, mirar atrás y ver lo conseguido es darte cuenta de lo realizado a golpe de corazón. Pero el atleta sufre y se sacrifica porque es su vida, su pasión. Cuándo sube al pódium ve recompensado su esfuerzo de tantos y tantos días de entreno y extenuación para ser mejor. Yo no, no soy un atleta, no avanzo cada día para estar en ninguna olimpiada, no recibo nunca ningún trofeo aunque mis logros y mis satisfacciónes probablemente sean mayores.
Mi carrera es levantarme a diario y llegar a donde quiero con mi silla de ruedas.
Mi superación es poder seguir en un mundo pensado para los que nunca piensan que hay gente que se mueve en otro mundo, uno lleno de barreras impuestas por el hombre para que el hombre no pueda superarlas si su vida da un vuelco.
Mi medalla es que la gente comprenda que a pesar de ser como soy, no soy diferente, no soy menos, llego donde llegan los demás aunque el esfuerzo no sea el mismo ni las facilidades tampoco.
Mi carrera está llena de obstáculos pero cada uno que supero es para mí más vida.
El atleta pasa muchas horas en el gimnasio para incrementar su poder, su rendimiento, yo para darme cuenta de que aunque mi vida había cambiado, todo podía seguir siendo igual.
Cada día que pasa y he realizado todo aquello que me propuse, creo que sirve para que otras personas que están en mi misma situación sepan que la vida, siempre se abre camino.

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