domingo, 12 de febrero de 2012
POR MUCHO QUE TE MIRE...
De la misma manera que una rosa no pasa inadvertida entre medio de un millón de hojas caídas al suelo en otoño, tu imagen llega a mí entre otras muchas para hacerme saber que la rutina diaria se rompe de forma maravillosa en un instante.
Fuiste y eres esa ventana por la que entra el aire fresco que oxigena un viciado mundo en el que piensas que ya nada vale la pena. Así ha sido la presencia ante mis ojos de tu figura natural y alejada de los estereotipos que provocan insensibilidad en mi monótona maquina de acciones cotidianas.
Nunca nada provocó de una forma más rápida una reacción de asombro, bello asombro. Imagen divina que vino a gritarme a voces que aun hay quien luce bella sin cáscara ni cartón, sin colorantes ni conservantes, la forma de saber que quizás no todo está dormido o aletargado, que existe la magia y la luz donde todo parece estar acabado y finiquitado, que por muchas barreras o rejas enormes que te pusieran, tus colores siempre son la voz que se alza y grita que estás viva, más viva que nunca.
Y entonces, cuando esa imagen divina, la tuya, llega a mis ojos y de forma directa se ancla en mi corazón y en mis sentidos, es como si de nuevo me hubieran forjado, es cuando me doy cuenta de que yo no estaba muerto ni desplazado del mundo actual. Estoy vivo, me haces estar vivo y he podido comprobar que, con un poco de suerte, las rosas aun huelen a rosas, el sol ilumina las almas, que las nubes no solo traen agua, traen también formas maravillosas que nunca podrán ser ideadas por nadie, y tú, tú haces bello a todas esas rosas, almas y nubes y todo cuanto te rodea.
A veces nos metemos en un callejón sin salida que adormece los sentidos y hace que te entregues a la resignación de que nunca pasa nada, pero sí que pasa, nada está dormido, el latido interesante y verdadero de la vida bajo nuestras almas, bajo la tierra, sigue estando ahí, solo tiene que llegar y cuando llega lo hace además de la manera más inimaginable y asombrosa.
Gracias por poner tu cuerpo y tu esencia en mis ojos, Gracias a la vida por tu paisaje maravilloso que, aun desnudo de actividad, abandonado por quienes no te valoran, sigue siendo único, un regalo para quien cada mañana sale a oxigenar su alma buscando alguna razón para seguir adelante en esta tierra de oportunidades que, aunque no le den oportunidad, sigue derramando todo lo mejor que tiene.
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